Building a Bridge to the 18th Century, buy How the Past Can Improve Our Future
Por Alma Rivas Pacheco
Reseña crítica presentada para la clase de Tecnologías de la Comunicación y Sociedad
Cuando vamos a enfrentarnos a algo nuevo, order como una nueva etapa en nuestras vidas, es común tratar de vislumbrar lo que nos espera en el futuro. Es ese miedo a lo desconocido lo que nos hace tratar de responder las preguntas de lo que pasará a corto o largo plazo. Sin embargo, no es posible saber con absoluta certeza que es a lo que nos enfrentaremos. Lo único que podemos es tratar de crearnos una idea con base en lo que hemos vivido en le pasado. Es precisamente esto lo que el autor Neil Postman trata de hacer en su obra Building a Bridge to the 18th Century, How the Past Can Improve Our Future. A lo largo de su obra, el autor nos presenta los retos a los que nos enfrentamos en el s. XXI y como podríamos encontrar posibles soluciones en el pasado, específicamente en el siglo de las Luces, el s. XVIII. Nos hace una especie de recuento con respecto a diversas áreas como la educación, la democracia, la información, la infancia; haciendo una contraposición entre la forma en la que se vivían esos aspectos en el s.XVIII y en la actualidad.
Con todos los hechos por los que la humanidad ha pasado en los últimos tiempos, no es de sorprenderse cuando se afirma que la humanidad ha perdido el deseo de alcanzar un sueño, la esperanza de que el futuro sean tiempos mejores. Por consiguiente, Postman sugiere voltear la vista hacia el pasado para darnos cuenta de que en algún momento la humanidad logró tener unas condiciones mucho más prósperas, y una vez que hayamos tomado conciencia de ello, será más fácil volver a construir el sueño de una cultura que espera un mejor futuro.
Dentro de los primero puntos que se tratan a lo largo de la obra, es la idea del progreso. En la etapa de la Ilustración se introduce este término como un efecto de la razón. Con el uso de la razón se logra el progreso. Sin embargo, surgieron pensadores con distintas posturas con respecto a esta idea, entre ellos Rosseau, quien afirmaba que el verdadero motor del progreso está en el interior de cada individuo, en su naturaleza, en la poética, en los sentimientos, en una introspección de cada ser humano. Postman nos dice que de manera general, la idea del progreso es uno de los tantos legados que podemos tomar del s.XVIII ya que es urgente tomarlo para dotar a nuestra sociedad de confianza y esperanza frente al futuro. Me parece que la idea de progreso en la actualidad, existe. Lo que sucede es que el concepto se utiliza mucho más del lado de los racionalistas, que de los romanticistas como Rosseau. Desde la aparición de las tecnologías, sea la televisión, la radio, el Internet, etc., éstas se han ligado con la idea de progreso. Podría identificarse esto como una especie de determinismo tecnológico. Hemos llegado a concebir a las tecnologías como elementos que automáticamente ayudarán al desarrollo del ser humano, a su avance en el razonamiento y la manipulación de su entorno. No obstante, la realidad está lejos de ser así. Si nos ponemos a analizar los verdaderos resultados del creciente uso de las tecnologías, podríamos constatar que no siempre significa un avance en la historia de la humanidad. No podríamos considerar como progreso el hecho de que se tengan armas de mayor alcance y con mayor capacidad de destrucción que amenazan la seguridad mundial. Tampoco podríamos considera como progreso el hecho de que nos convertimos cada vez en más en seres enajenados por la cultura que absorbe la televisión, la radio, el Internet, etc. Y mucho menos podríamos decir que experimentamos un progreso cuando día son más los niños que pasan mayores horas siendo educados por la televisión que con sus padres. Podemos darnos cuenta de que el progreso no es cuestión de la razón, traducido en tecnología.
Depende mucho del uso que se le a esa tecnología para poder considera que el desarrollo de la humanidad va en aumento o en decremento. Por consiguiente, me parece que la idea de progreso que debemos asumir es aquella que se basa en las ideas, en la imaginación y en los sentimientos. Aunque suene un tanto utópico, si no tenemos una visión a futuro fundamentada en creencias de bienestar para la mayoría, de crecimiento como seres humanos tanto emocional como racionalmente, entonces los resultados son lo que hemos obtenido hasta el momento.
“Thus the heavenly city that the eighteenth-century rationalists dreamed of is not reachable through reason alone, and history will turn an angry face toward a society that relies on it. Progress is the business of the heart, not the intellect” .
El siguiente aspecto que comenta Postman hace referencia a la tecnología en el s. XVIII y en la actualidad. Como se mencionó anteriormente, en el siglo de las Luces se hablaba de un progreso basado en la razón. Sin embargo, desde entonces ya existían varios autores que señalaban los peligros de una sociedad cimentada en ese principio de progreso racionalista.
“Blake insisted that passivity in the face of the alleged movement of progress leads to psychic slavery, (…)Balzac documented in their novels the spiritual emptiness that a culture obsessed with progress produces.(…)Byron understood the advantages of mechanized progress, but he saw in it a tainted bargain – economic growth on one hand, the loss of self respect and community vitality on the other.”
Podemos darnos cuenta como 3 siglos antes de nosotros ya se hablaban sobre las posibilidades de caer en una enajenación producto de la tecnología excesiva en la vida del hombre. No obstante, es evidente que los signos de precaución fueron pasados por alto, hasta que llegamos al punto en el que las “profecías” las estamos viviendo como una realidad.
Es cierto que fue precisamente en el s. XVIII cuanto se sentó la pauta para la creación de nuevas tecnologías, con la promesa de un mundo libre y mejor organizado, promesa que se sostiene hasta el momento, y que muchos siguen con la esperanza de que se haga realidad. Lo que nos hace distintos de esa época es que en la Ilustración, el uso que se le daba a los nuevos descubrimientos tenía un propósito, un objetivo bien definido. Mejorar tal o cual aspecto de la vida del hombre a favor de un verdadero progreso. En cambio en la actualidad, cada vez es más difícil responder la pregunta de: ¿En qué me beneficia esta tecnología? ¿Qué problema soluciona? Esto es un indicio más de cómo en vez de ser testigos del progreso vamos en retroceso. Postman relata como la invención del telégrafo y la fotografía vino a revolucionar el proceso de la comunicación, ya que se dejaron a un lado los contenidos relevantes para dar paso a la información por la información misma. Y lo mismo ha pasado con el total de las tecnologías. Se dejó a un lado el hecho de crearlas para ayudar a solucionar un problema del hombre para crearlas solamente para celebrar la capacidad ingeniosa del hombre de crear más y más tecnologías.
En cuanto a la primer pregunta que Postman dice que se le debe hacer a cualquier tecnología, ¿cuál es el problema para el que esta tecnología es la solución?, si la aplicáramos a la gran mayoría de las novedades en nuestra época sería muy difícil contestarla. Lo que ha sucedido es que la mercadotecnia ha sido bastante ingeniosa para vendernos la idea de que dichas tecnologías harán un cambio importante y esencial en nuestras vidas, lo peor es que así lo creemos. El caso del Ipod por ejemplo. Desde mi punto de vista, no creo que sea tanto el beneficio que nos produce el que cada determinado tiempo surjan estos productos en tamaños más y más pequeños al mercado. Supongamos que si nos benefició de cierta forma el cambio del discman al Ipod por la capacidad de almacenar mp3 sin la necesidad de tener que cargar con veinte CD’s en la mochila. No obstante, ahí no se detuvo el intento de “progreso” y se siguen sacando tanto nuevos Ipods como accesorios para el mismo. A pesar de la falta de necesidad para irse haciendo cada vez más pequeño, las personas ya han interiorizado la idea de que verdaderamente están adquiriendo un beneficio importante. Como consecuencia me atrevería a decir que estamos experimentando una especie de contaminación tecnológica en la que diariamente se producen nuevos recursos tecnológicos llegando al punto e el que nosotros como consumidores hemos perdido la capacidad de impresionarnos ante las novedades, adquirimos unas cuantas, con las demás no sabemos que hacer, y a fin de cuentas, nunca nos damos cuenta de los efectos negativos que causa este proceso.
Siguiendo con el aspecto de la tecnología, quisiera señalar un punto que llamó particularmente mi atención. Postman menciona el caso de una escuela en Maryland en donde se anunció que se invertirían alrededor de 53 millones de dólares en escuelas públicas para que tuvieran acceso a Internet. Situaciones como esta se presentan también en nuestro país, debido a que se tiene la creencia de que el uso de las computadoras en la escuela automáticamente es señal de un incremento en la enseñanza de los alumnos y por lo tanto, de su conocimiento. Habría que poner especial atención y analizar los resultados de la enseñanza en donde se cuenta con tecnología como computadoras, Internet, etc. Situémonos en el contexto de nuestro país, en donde gran parte del problema educativo es la escasez de maestros en las escuelas públicas, y la falta de empeño que ponen en su trabajo frente a los alumnos debido a los bajos salarios y los pocos recursos con los que cuentan para seguir el programa educativo. Estamos acostumbrados ya a escuchar en la mayor parte del país que día a día se desarrollan más huelgas de maestros exigiendo una mayor remuneración en su trabajo. A lo que el gobierno contesta que el país no cuenta con los recursos para satisfacer sus demandas.
Sin embargo, existe una contradicción en este punto. Mientras el gobierno alega que no hay suficiente dinero para aumentar los salarios de los maestros, por otro lado, en las escuelas públicas cada vez es más frecuente ver que cuentan los salones con laptop, cañón y conexión a Internet. Pude darme cuenta de esto en el verano pasado, mientras realizaba mi servicio social comunitario en una escuela pública de la zona. Era muy frecuente que los padres se acercaran con nosotros para quejarse de los maestros que tenían sus hijos durante las clases normales del calendario escolar, alegando que nunca daban correctamente las clases de acuerdo al aprendizaje de los niños, que nunca se podría hablar con ellos y que por si fuera poco, muchas veces ni si quiera asistían a la escuela dejando al grupo por su cuenta. Mientras tanto, el director se enorgullecía ampliamente por la llegada de las nuevas tecnologías al plantel asegurando a los padres de familia que esto automáticamente implicaría un incremento en el nivel educativo de la primaria de sus hijos. ¿Esto quiere decir que la instalación de una computadora con conexión a Internet automáticamente mejoraría el desempeño de los maestros con los que ya se contaban? No suena lógico. No obstante, esta es la creencia que tiene la gente en general. Con esto no quiero decir que la tecnología sea inútil en cualquier aspecto para mejorar los niveles de enseñanza. A lo que me refiero es que la tecnología por si sola no hace el trabajo de un buen maestro, al contrario de lo que se cree en la sociedad.
Funciona como un apoyo más para el maestro y los alumnos. El gis por ejemplo, sería ilógico pensar que por tener muchos gises de colores en el aula la clase va a ser mejor aunque el maestro sea malo. El gis no va a escribir por si solo, funcionaría si el maestro lo utilizara para hacer esquemas en donde se notaran mejor las diferencias entre los distintos elementos. Lo mismo sucede con las tecnologías como la computadora en el salón de clases, obviamente con mucho mayor alcance que los del gis de colores.
Analizando detenidamente los resultados de la tecnología en la educación llegamos a varias conclusiones. Es cierto que con el acceso a Internet tanto maestros como alumnos tienen acceso a mucha mayor información que antes. Pero esto no significa que información sea igual a conocimiento. En cuanto a los alumnos, al acostumbrarnos al uso del Internet para todo, hemos perdido las habilidades de búsqueda en los libros. De igual manera, las habilidades de escritura cada vez son peores. El uso constante del Messenger, ha hecho que se deforme la escritura totalmente con el uso de abreviaciones sin sentido, los acentos y las mayúsculas pierden cualquier importancia, etc.
La gravedad de esto es que este tipo de escritura se ha trasladado a las aulas, y es común ver en los ensayos de los alumnos una escritura deformada por el uso de dicha tecnología. En cuanto a los académicos, tampoco podría decirse que las tecnologías han provocado un aumento en la producción de obras dignas de reconocimiento. Tenemos que esperar muchos años para obtener obras de la magnitud de la época de la Ilustración. Esto demuestra que la idea del determinismo tecnológico que la mayor parte de la sociedad ha interiorizado debe de analizarse con mayor detenimiento para llegar a una conclusión mucho más atinada.
Debido a esto, no debemos pensar que la inversión en capital constante es un beneficio absoluto para la educación en el país. Si al menos la mitad de los fondos se destinara a contratar maestros buenos y bien remunerados, los resultados serían muy distintos, ya que de acuerdo a lo que se ha hecho hasta el momento, lo único que ha provocado la inversión en capital constante ha sido el aumento del Ejército Industrial de Reserva (EIR).
Este fenómeno se presenta de igual forma cuando hablamos de la tecnología en el ámbito económico y laboral. No es nuevo el decir que las máquinas reemplazan al ser humano en el trabajo. Y sin embargo, la inversión en tecnología se sigue haciendo de manera acelerada con el fin de aumentar la productividad. Me parece que esta cita ejemplifica muy bien de lo que se habla:
- We know that new technologies make old jobs obsolete while they create new ones. But it is likely that obsolescence will far outstrip the creation of new jobs. Is it possible that with the aid of computer technology ten percent of the population will be able to do all the work a society requires? If so, what is to be done with the rest of the population? (…) The entrepreneurs are, alter all, dazzled by the opportunities emerging from the exploitation of new Technologies, and they are consumed with strategies for maximizing profits.
Difícilmente el dueño de cualquier exitosa corporación se detendrá a pensar en los efectos que causa a millones de personas al aumentar la productividad de su empresa mediante la integración de nuevas tecnologías que sustituyen al hombre. Claro que no lo hará, porque estamos acostumbrados a pensar en la tecnología a corto plazo, y si a corto plazo los resultados que obtengo son bastante beneficiosos para mi, no hay más que cuestionar al respecto. Lo que nos hace falta es crear una cultura que se preocupe verdaderamente por los resultados en el futuro.
Siguiendo con el tema de la tecnología, Postman también habla de cómo en la actualidad el lenguaje para referirse a lo que es posible hacer al usar determinada tecnología, la computadora por ejemplo, se ha deformado totalmente. Me parece que esto que dice es muy cierto. Al pensar en ello, pareciera como si el lenguaje se hiciera un cómplice más para el predominio de la tecnología sobre el hombre. Lo que sucede es que con el uso de términos fuera de contexto, se nos quiere dar una idea de cercanía, hospitalidad, contacto personal, etc., todas éstas, características que supuestamente nos ofrece la tecnología. El ejemplo que pone el autor se refiere al uso del término comunidades.
- “I have the impression that community is now used to mean, simply, people with similar interests, a considerable change from al older meaning: A community is made up of people who might have similar interests but who must negotiate and resolve their differences for the sake of social harmony” . Esta observación me parece muy interesante.
Por ejemplo, las “comunidades” virtuales en las que la gente se conecta para jugar domino por Internet, tienen todo excepto las características de una verdadera comunidad. En primer lugar, nunca se conocen directamente las personas entre ellas. Inclusive, tal vez ni siquiera se conozcan los verdaderos nombres de las personas ya que su identidad se guarda bajo un “nick”. De igual manera, las personas no viven en un mismo lugar. En esas “comunidades” puedes jugar con personas tanto de Sinaloa, como de Colombia. Esto es lo mismo que pasa con el Messenger. En donde decimos que vamos a abrir una “conversación” con algún amigo, cuando en realidad es tan impersonal que no podría considerarse una conversación. Sin embargo, la mercadotecnia nos vende la idea de que es el mejor lugar para platicar con tus amigos.
Estaría de acuerdo si se refirieran al hecho de que es la mejor forma de estar en contacto con tus amigos de países distintos o incluso Estados distintos. Pero la realidad es que se utiliza la mayor parte del tiempo para platicar con aquellos que ves diariamente y que bien podrías mantener una conversación en persona. Inclusive ocurre muchas veces que las personas platican durante horas con alguien a través del Messenger, pero cuando se encuentran personalmente, no pueden mantener una conversación más larga de 15 minutos. Esto sucede porque las personas se refugian detrás de la pantalla de la computadora. Al no estar cara a cara con el interlocutor, se tiene mayor tiempo para pensar lo que se va a decir. Incluso puedes borrar algo que habías empezado a escribir si decides que tal vez no era lo más apropiado. Una gran diferencia con las conversaciones en persona.
Asimismo, en las conversaciones por el chat no se pueden ver las expresiones y los gestos de quien esta hablando, lo cual permite a cualquiera mentir sobre lo que se esta diciendo sin que la otra persona se de cuenta. Esto lo hacen muchas veces para parecer agradables ante la persona con la que se está hablando. El problema es que cuando se tiene a esa persona de frente, la magia que existía frente a la computadora es imposible reproducirla. Esto es bastante preocupante ya que hemos perdido muchas de las habilidades de comunicación interpersonal por el excesivo uso de la computadora. En el s.XVIII esto definitivamente no era un problema para la sociedad, ya que el conocimiento de las personas provenía principalmente de los discursos y de la lectura, y de esta forma, sus habilidades de comunicación tanto oral como escrita eran muy desarrolladas. Es importante que nos pongamos a analizar este aspecto y tratar de volver a darle la importancia que se merece a la verdadera convivencia, a las verdaderas comunidades; y no dejarnos llevar por las trampas que nos pone el lenguaje como cómplice de las tecnologías y la mercadotecnia.
En cuanto al lenguaje, el autor también señala otras diferencias importantes entre el s. XVIII y la actualidad. Señala las características del uso del lenguaje en la Ilustración que sería importante retomarlas en el s. XXI. En cuanto a las diferencias entre ambos siglos, en la Ilustración se hablaba de que vivían en la Edad de la Prosa. Evidentemente nosotros no podríamos estar más lejos de ellos. Tomando en cuenta la escasa cantidad de libros que se leen por año, en nuestro país por ejemplo, aunado al contenido de aquellos libros o revistas que cuentan con el mayor número de lectores, podemos deducir fácilmente que nos hemos saltado la etapa de la lectura. Esto no sería tan peligroso si pudiéramos decir que a pesar de que no tenemos el hábito de la lectura, el conocimiento lo obtenemos de la misma forma a través de la televisión o el Internet. Sin embargo sabemos que esto no ocurre así.
Ahora bien, otro punto que menciona es el tipo de publicaciones en el s.XVIII. :
- “These men were public intellectuals who had something to say to the public – not merely to one another – and who had found a form in which to say it. And that is why the consequences of their writing were so serious.”
Sería muy conveniente intentar regresar a utilizar los medios de comunicación de la misma forma, ya que en la actualidad la relevancia de la mayor parte de lo que se comunica ya sea en las revistas, en la radio, la televisión o el Internet, es prácticamente nula. Desde el momento en el que el acceso a los espacios para la libre expresión ha sido mucho más fácil para la mayoría de las personas, la seriedad de la información se ha perdido. Por ejemplo lo que sucede con el uso de los blogs. Cualquier persona con acceso a Internet puede tener su espacio en la red. Así como hay algunos muy interesantes, con reflexiones sobre distintos temas que invitan a los lectores a la participación y al debate; también existen gran cantidad de publicaciones dentro de los blogs que carecen de la menor importancia. Muchas personas no tienen en realidad nada que decir, y solo tienen un blog para tener presencia en la red. Lo mismo pasa con los contenidos televisivos y de las revistas. Es muy difícil en nuestros días encontrar programas con relevancia en lo que comunican. No quiero decir que se buscan programas educativos, porque sabemos que esa no es la función de la televisión, sino entretener. A lo que me refiero es que tanto editores como productores de televisión menosprecian bastante el intelecto del mexicano. Como resultado tenemos programas como “Hoy” y revistas como “Tú”. Lo que es cierto es que este tipo de productos mediáticos registran altos niveles de audiencia, por lo cual se siguen reproduciendo esos mismos formatos.
Me parece que mientras estemos bajo un régimen capitalista en donde lo único que interesa son las ganancias del poder hegemónico, será muy complejo intentar cambiar los contenidos mientras seamos nosotros mismos los que contribuimos a que sigan aumentando las ganancias de los creadores de esos productos. Y es que es evidente que en una sociedad movida por los intereses económicos principalmente, no quedará espacio para ponerse a analizar los efectos en el nivel cultural de un país entero. Como resultado, son cada vez menos los comunicadores que de verdad muestran un compromiso con la sociedad a la que se supone deben mantener informados. Aquí radica otra gran diferencia con el s. XVIII, que sería importante retomar en la actualidad:
- The Enlightment essayists were popular. They employed a literary form which allowed them to address public issues. Their language and their thought were rooted in epistemological assumptions about the relationship between words and things that led to scientific, political, and social progress. They saw their tasks as one of liberation, of bringing light, of relieving citizens of the burdens of prejudice, superstition, and ignorance.
Desde mi punto de vista, me parece que más allá de que la información que recibimos a través de las tecnologías de información nos libere, nos encadena ya que lo que obtenemos es la mayoría de las veces la información manipulada por las élites dentro de la producción de los mensajes, en vista de que las audiencias respondan a los intereses del grupo dominante. En vez de quitarnos las cadenas de los prejuicios, la superstición y la ignorancia, en la actualidad, las tecnologías no hacen más que reafirmarlas.
Finalmente, quisiera resaltar un último aspecto que menciona Neil Postman dentro de su obra. Me refiero a lo que expresa con relación a la infancia en la era de la tecnología. En el s. XVIII cuando se trataba el tema de la infancia, se consideraba como una etapa muy particular en la vida del hombre. Existían dos visiones al respecto. La primera era la postura protestante que afirmaba que los niños eran personas que debían ser formadas como adultos civilizados a partir de la educación, la enseñanza de los padres, la razón, etc. Por otro lado estaba la postura romántica que los niños cuentan con sus propias capacidades de entendimiento, curiosidad y espontaneidad, y que el problema está cuando éstas le son arrebatadas por medio de la ecuación, la razón, etc. A diferencia del s. XVIII, en la actualidad la infancia se ha reducido simplemente a una categoría económica. Con la proliferación de las tecnologías y los intereses económicos, los niños tienen casi el mismo acceso a la misma información que tienen los adultos. Como resultado, se han convertido en un mercado meta más para las empresas, ya que saben que estarán igual o inclusive más expuestos a la publicidad de sus productos por medio de las tecnologías, como los adultos. Tomando en cuenta esto, sería importante retomar la postura romántica del s. XVIII, puesto que con este bombardeo de información de todo tipo, los niños pierden su capacidad de imaginación, de sorpresa y de ingenuidad cada vez a edad más corta.
Los padres se sienten muy orgullosos de que sus hijos pequeños sepan utilizar la computadora mejor que ellos, pero no se ponen a pensar que de este modo estarán expuestos a información que ni ellos como padres ven. Al respecto, Postman propone lo siguiente:
“Parents must attempt to control the media’s access to one’s children. They must limit the amount of exposure children have to media; and to monitor carefully what they are exposed to.”
Debemos tomar medidas importantes al respecto, ya que a pesar de que se ha comprobado por ejemplo que la violencia en la televisión no es el indicador principal de los niños con carácter violento, si es una influencia importante.
Todas estas comparaciones entre los aspectos del s. XVIII y lo que estamos viviendo en el s.XXI, nos demuestran que pesar de que hemos avanzado en cuanto a los años, no hemos progresado en cuestión del desarrollo de la humanidad. Sin embargo, nos damos cuenta de que existió una época en la que las condiciones eran mucho mejores a las actuales y podríamos retomar ciertas maneras de actuar para solucionar problemas actuales. Es evidente que las condiciones en las que vivimos distan mucho de las que se vivían en el s. XXI, por lo cual sería ilógico pensar que debemos de tratar de implementar tal cual los modos de vida de aquella época; sin embargo, si podríamos adaptar muchas cosas a la actualidad. De forma general el libro de Neil Postman me pareció muy interesante la forma en la que propone buscar soluciones en el pasado para recuperar el sueño de un progreso en nuestra sociedad. Creo que lo verdaderamente importante es que no se quede solo en un sueño sino que en realidad se tomen medidas para cambiar lo que hemos empezado a destruir como producto de nuestra incesante búsqueda por alcanzar el “progreso” tecnológico.
*Fuente de Información: Postman, Neil. Building a Bridge to the 18th Century. 1a. ed. Vintage Books. New York, 2000. 213pp.