La Ley Constructal, propuesta por el ingeniero mecánico rumano-americano Adrián Bejan en 1996 señala que para que un sistema de tamaño finito persista o sobreviva en el tiempo, debe desarrollarse de tal forma que facilite el acceso a las corrientes que lo atraviesan (Bejan, 1996: 815). La lectura más acertada de esta teoría sugiere que todo sistema tiende a tomar la forma o adquirir el diseño que necesita, considerando la menor cantidad de energía para funcionar. Una ley de la termodinámica que explica el “por qué” del diseño de los objetos (animados o inanimados), y el “cómo” se reducen los niveles de energía en función de la optimización de los flujos. Si el sistema tiene la capacidad de evolucionar en el tiempo, de modificar su forma o topografía, lo hará siempre de la manera más económica.
Contrario a lo que muchos académicos pueden pensar, la Ley Constructal permite la predicción de formas de cualquier sistema (tamaños, distribuciones, efectos) con base en el análisis de los flujos que transitan por él. Una universidad, como sistema, llega a ser reconocida por las ideas (flujos) que generan sus académicos. Si alguien se atreve a predecir como será esa universidad en el futuro, qué diseño tendrá, debe analizar sus flujos (académicos, alumnos) y sus relaciones dentro de ese sistema.
En una persona (entidad), la necesidad de moverse (fluir) más fácilmente dentro del entorno en el que está inmerso (sistema: campo laboral, ciudad, región, país) es lo que detona la tendencia a adquirir información y convertirla en conocimiento, mediante las herramientas (artefactos) que tiene a su alcance. Del análisis de esas relaciones entre entidades que producen y consumen constantemente información, y de las diversas maneras de apropiación de los medios que facilitan o inhiben este proceso, resulta factible predecir los posibles efectos (formas) de las nuevas estructuras sociales, en un entorno que se vuelve cada vez más dinámico y complejo. La Ley Constructal, no se ocupa tanto de lo “qué” fluye dentro de un sistema, sino del “cómo” y “por qué” lo que fluye contribuye a una configuración determinada; lo cual sirve para entender y diseñar posteriormente mejores canales para el tránsito de los flujos de una forma óptima y económica.