Reseña Crítica del libro: La industria musical y los derechos de autor

La industria musical y los derechos de autor

Reseña Crítica presentada por José Eduardo Ortega Ríos sobre libro denominado La industria musical y los derechos de autor de León y Rico, J. publicado por Editorial Porrúa.

La presente reseña crítica es presentada para la cátedra de Marco Jurídico de la Comunicación, del ITESM, como trabajo para aterrizar y aplicar de manera crítica algunos de los conocimientos adquiridos durante el curso. El libro analizado es “La industria musical y los derechos de autor” de 2009, por Jorge León y Rico, relacionado a la materia mediante el tema de la Ley Federal de Derechos de Autor, y relevante por el contexto que se vive actualmente respecto a la comercialización de la música de forma tradicional a través de fonogramas, la transición a un modelo de negocios digital, y la facilidad de transmisión ilegal de material que existe gracias a internet.

El libro está dividido en cinco capítulos de los cuáles los dos primeros se enfocan en definir lo que es un fonograma, y en exponer lo que es relevante a ellos dentro de la Ley Federal de Derechos de Autor. Sin embargo, su contenido más relevante recae en sus definiciones de fonograma, los diversos tipos de derechos que existen en nuestra legislación para proteger las obras de los autores, su inminente extinción y el entorno digital en el que se comercializan muchos materiales susceptibles de derechos de autor, incluida la música.

El texto es bastante detallado en cuanto a la historia de los fonogramas y su comercialización y protección en México, y aunque contiene demasiada información histórica, es muy puntual en señalar las condiciones que han llevado al mercado a su situación actual de piratería: el autor se refiere a a los puntos de venta de discos como monopolios, cuyas excesivas ganancias del 200% más del valor real de un solo disco generan precios elevados, que hacen que la adquisición de un disco sea considerada lujo para una buena parte de la población, para quienes adquirir un fonograma equivale hasta el 20% del salario mínimo, provocando así una extendida preferencia por la piratería (León y Rico, 2009).

Una perspectiva interesante del libro, es que menciona cuán benéfica ha resultado la transferencia irregulada de datos por internet para la industria musical independiente, incluso llegando a afirmar que la música grabada es ya una mera carta de presentación, que ha hecho a algunos artistas optar por regalar su música en internet para posicionarse y venderse en conciertos en vivo, acusando, de paso, a la actual perspectiva de la industria disquera de nostálgica y poco visionaria (León y Rico, 2009).

Sin embargo, ya entrando en el tercer capítulo sobre la extinción del fonograma, el autor es muy claro al señalar lo que es una reproducción ilegal y cómo afecta la piratería a los intereses y derechos del autor de una obra. Aunque pudiera parecer que la visión citada anteriormente del autor sobre la industria discográfica está a favor de la distribución gratuita de música, su argumento de que las ganancias de la reproducción de un fonograma deben llegar a manos de quien creó la obra, indican que no necesariamente es así. Por el contrario, hasta este punto del libro, puede afirmarse que el autor piensa que siempre debe darse prioridad a la propiedad intelectual y a que el beneficiado sea el creador de una obra, que su obra sea transmitida de forma legal y siempre respetando al ley y el derecho moral del autor (León y Rico, 2009).

Curiosamente, León y Rico va más allá al punto de sugerir soluciones contra la piratería, que a mi gusto rebasan un poco la legalidad y la viabilidad comercial: en un punto, propone que toda la mercancía pirata de un traficante dado, sea destruida y reemplazada con copias originales de los fonogramas en cuestión, con el fin de que se generen beneficios para los autores, sin cortar de tajo la fuente de ingresos de dicho traficante, evitando así que recurriese a otros métodos como diferentes formas de delincuencia (León y Rico, 2009). Aunque pretende tener un impacto positivo en la sociedad, no parece ser una solución viable.

No quita el dedo del renglón sobre el problema que representa la piratería, llegando a afirmar que ésta ha sido la causa del declive de muchos artistas. Cifras en el texto exponen cómo desde el año 2000, no hay artista mexicano que venda más de medio millón de copias de uno de sus discos, excepto por solamente cuatro desde entonces.

También se señala las afectaciones que la industria pirata tiene sobre trabajadores que van desde intérpretes, arreglistas, estudios de grabación, y en áreas como el diseño gráfico y tiendas de discos, si bien está de acuerdo en que los precios que ofrecen éstas últimas también son un factor importante en el crecimiento del mercado pirata.

En total, señalando a México como uno de los países con mayor índice de piratería en el mundo, en 2009 se estimaba que las copias apócrifas ascendían a 90 millones, es decir, 60% del mercado interno y representando una pérdida de 390 millones de dólares a la industria, más 120 millones de pérdidas a la Secretaría de Hacienda por evasión de impuestos. Lo que puede criticarse de los datos que ofrece el texto, es sobre el crecimiento en la demanda de discos pirata: afirma que de 16.2 millones de consumidores de discos, 55% adquiere exclusivamente discos pirata, 12% compra originales y piratas, y sólo 33% adquiere discos originales únicamente (León y Rico, 2009). Cuál fue el instrumento para llegar a esta información, no se explica en el texto, y aún así, considero que existiría un sesgo en una encuesta dada la percepción que se tiene sobre adquirir material pirata.

El punto del libro es exponer cómo la industria del fonograma encara su inminente extinción ante el mercado digital: cabe recalcar que se trata de un libro del año 2009, y que apenas se hablaba de cifras iniciales de descargas legales de

música por internet de 2004, por ejemplo. León y Rico cita a iTunes como el único servicio de venta y descarga legal de música que protege los derechos de autor en la red y que aporta recursos a las comercializadoras de música (León y Rico, 2009), aunque actualmente ya pudiéramos hablar de Amazon. Esto, no obstante, se enfrenta a la carencia de una regulación y protección de los derechos de autor en el espacio digital, donde la transmisión de datos es básicamente libre y descontrolada (León y Rico, 2009).

El autor menciona, en efecto, la desaparición de las disqueras como tal, aunque uno de los problemas para el comercio de música por la vía digital, al menos hasta la publicación del libro, era la casi nula regulación de la compra digital por tarjeta de crédito o tarjetas prepagadas (León y Rico, 2009). De un par de años para acá, al menos en el caso de iTunes, podemos afirmar que existe cuidadoso manejo de la información bancaria de los clientes en la tienda digital, y las tarjetas prepagadas para dicha tienda ya son comunes.

El libro no hace mucho por detallar cuáles son las medidas que se han tomado, o estarían por tomarse en aquel entonces, solamente exponiendo las cualidades del formato MP3 y el surgimiento de aparatos que lo almacenan y reproducen como el iPod. Para entonces, el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) firmó un acuerdo de colaboración con la Asociación Mexicana de Productores de Fonogramas, para combatir el intercambio ilegal y piratería de música vía internet, señalando que los ciber-cafés y los mismos hogares como los principales lugares de descarga. La cifra de intercambio ilegal de música alcanzó 1 767 millones de canciones por cerca de 4.4 millones de usuarios, sólo en 2006, ante lo cual la industria de venta legal no había podido ganar terreno (León y Rico, 2009).

De momento, está en puerta la propuesta de Anti-Counterfeiting Trade Agreement (ACTA), acuerdo internacional con el que México adoptaría medidas

para fijar medidas de protección a la propiedad intelectual, y evitar la falsificación de bienes, y piratería, para lo cual se incluirían medidas de supervisión trasfronterizas y en internet.

Dado que uno de los fines del acuerdo es proteger la propiedad intelectual, la transmisión de datos por internet que signifique música o cualquier obra protegida, de inmediato queda entendido como un delito. De ratificarse el acuerdo, las autoridades tendrían la facultad de asignar la supervisión de las vías de comunicación digital, para supervisar qué clase de datos son los que se transmiten en el ciberespacio, con el fin de poder detener y penalizar a quien cometa una falta. Las implicaciones de semejante acuerdo son muy discutidas, pues la violación de la privacidad es incluso anticonstitucional, y los proveedores de servicio de conexión a internet, hipotéticos asignados al monitoreo de datos, no tendrían por qué tener acceso a estos datos privados y proveerlos a las autoridades (Sánchez, 2012).

Quizá una de las alternativas sea adoptar un nuevo modelo de negocios que en verdad sea benéfico para los autores e intérpretes, que más allá de representar grandes ganancias para las empresas que aún se hacen llamar “disqueras”, traigan ganancias para quienes en verda contribuyen con su música. Como lo menciona León y Rico, quizá los artistas independientes vean su oportunidad al expresamente regalar su música por internet como carta de presentación, para poder darse a conocer y vivir de conciertos y otra mercancía relacionada, que también puede generar ganancias a las grandes empresas. Bajo este modelo, lo ideal también sería eliminar los monopolios existentes, como Ocesa y Ticketmaster, para asegurar las condiciones que verdaderamente permitan una competencia y precios justos que permitan la subsistencia de los artistas y fácil acceso a la música y el espectáculo para los espectadores.

Fuentes de información Bibliográficas

León y Rico, J. (2009). La industria musical y los derechos de autor. México: Editorial Porrúa.

Electrónicas

Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión. (27 de enero de 2012). Ley Federal de Derechos de Autor. Recuperado el 15 de noviembre de 2012, de

Sánchez, J. (14 de julio de 2012). ACTA en México: ¿Cómo te afecta? Recuperado el 18 de noviembre de 2012, de El Economista: http://eleconomista.com.mx/tecnociencia/2012/07/14/acta-mexico-como-te-afecta

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