Comparto esta pequeña, pero interesante reseña crítica desarrollado por mi alumno Ismael Rivera Fares para el curso de Diseño y Producción de Medios Interactivos (Enero-Mayo, 2016)
THE SHALLOWS
Nicolas Carr
A lo largo de la historia humana, considerar y reflexionar sobre las consecuencias que causan en nosotros los avances tecnológicos es lo último que hace el ser humano. Dejarnos llevar por la sociedad y la conveniencia es difícil; encontrar voces que se dediquen a -en verdad- exponer la realidad que dichos avances han causado en nuestra vida diaria y en nuestra dinámica como humanidad, extraño.
Todavía más raro es encontrar información acerca de los efectos que dichos avances tienen, no sólo en nuestra vida diaria, sino también las implicaciones que existen en cuanto a nuestro más preciado instrumento, nuestro cerebro.
Al comenzar a leer el libro The Shallows, de Nicolás Carr, cierta reacción interna fue provocada en mí. Lo primero de lo que habla el autor es de cómo se ha dado cuenta de que en los últimos años le cuesta trabajo concentrarse, realizar una sola tarea a la vez, y no saltar de un tema a otro. El hecho es que yo, como él, me doy cuenta que en la vida diaria contemporánea, es difícil terminar un libro, y éste es el ejemplo con el que el libro me enganchó de inmediato, puesto que es cierto que existe una falta de capacidad de atención actual.
Siempre he sido un lector ávido, pero también pertenezco a la generación que nació y creció con el internet. Dos mundos que, a pesar de estar ambos presentes en nuestra vida diaria y de ser ambos los avances más importantes en cuanto a la comunicación y difusión de conocimientos, son terriblemente opuestos.
Nicolás Carr comienza su libro con una premisa crucial para comprender el resto de los argumentos, la plasticidad cerebral. A través de un lenguaje sencillo, simplificación de casos científicos y explicaciones adaptadas para la mente de aquellos que no estamos familiarizados con el mundo de la neurología, Carr expone de manera clara el modo en que el cerebro, contrario a lo que se pensaba antes, siempre está en constante cambio, sin tener una estructura verdaderamente definida, con la habilidad de aprender y sobre todo ‘des-aprender’ cosas.