Rebelarse Vende: El Negocio de la Contracultura
(Joseph Heath & Andrew Potter)
Reseña Crítica presentada por mi alumno Carlos Alberto Buenfil Fernández para la materia de Tecnologías de la Comunicación y Sociedad.
Parece ser que la contracultura ha sabido disfrazarse perfectamente bien como una alternativa verdadera, legítima y radicalmente opuesta a la mitificada sociedad de masas engendrada por el capitalismo, en la cual participan como actores principales los medios de comunicación, la economía de mercado y por supuesto la producción industrial y los regímenes políticos de centro-derecha y derecha.
Los autores del libro Rebelarse Vende, Joseph Heath y Andrew Potter, desmitifican a la contracultura como sustituto del socialismo en el pensamiento político radical, partiendo de la siguiente tesis: “[…] varias décadas de rebeldía ‘antisistema’ no han cambiado nada, porque la teoría social en que se basa la contracultura es falsa.” (Heath y Potter, 2005:19)
De acuerdo a los argumentos de estos canadienses, para los rebeldes contraculturales, “la cultura no es más que ideología, la única manera de liberarse y liberar a los demás es resistirse a la cultura en su totalidad. De ahí nace la idea de la contracultura.” (Ibíd: 18)
Este es el primer gran error de la contracultura: su pensamiento radical en contra del sistema, el cual (según la teoría contracultural) se organiza sobre la base de la represión del individuo. Para estos rebeldes, la solución está en el principio de transgresión, es decir que debemos de recuperar nuestra capacidad de sentir placer espontáneo mediante manifestaciones culturales alternativas, como el teatro alternativo, las drogas experimentales, la música alternativa, la ropa ‘auténtica’, entre otros; es decir divertirnos como principio fundamental para lograr escapar de nuestras vidas alienadas, instaurando así al hedonismo como conducta revolucionaria.
El error de la izquierda radical es que, al adoptar la contracultura como compilado de principios políticos, ha olvidado que las transformaciones más importantes en lo referente a la justicia social se han logrado precisamente al interior del sistema, gracias a arduos debates, investigaciones, reformas legislativas, entre otros, por lo tanto “si aceptamos que la contracultura es un mito, entonces muchísimas personas viven engañadas por el espejismo que produce, cosa que puede provocar consecuencias políticas impredecibles”. (Ibíd: 26)
Gestación de la Contracultura
Gramsci llegaba a sugerir que toda la cultura
-literatura, música, pintura- era un reflejo de
la ideología burguesa que la clase trabajadora
debía rechazar para poder emanciparse.
Defendía la necesidad de crear una
nueva cultura.
Heath y Potter
Este pensamiento contracultural es bastante añejo, uno de sus pilares más importantes es Karl Marx con su teoría acerca del fetichismo de la mercancía, para Marx, la materialización de las relaciones humanas había creado una clase obrera engañada por la falsa realidad que habían construido los empresarios burgueses. Debido a su fetichismo consumista y su alienación laboral, los obreros no exigían mejores condiciones laborales, por lo tanto era necesario radicalizar su pensamiento (consciencia de clase). Decepcionante fue la reacción de los obreros ya que en vez de iniciar una revolución, exigieron sueldos más altos y seguros médicos.
Años más tarde, esta paranoia marxista comenzó a perder credibilidad, ya que parecía imposible que la clase burguesa pudiera mantener sonámbulos a todos los obreros, sin embargo; la Alemania nazi reorientó las críticas de la izquierda, ya que a la propaganda durante la guerra y a la publicidad durante la posguerra, se les adjudicó un poder persuasivo y disuasivo enorme, convirtiéndolas así en el nuevo opio del pueblo (como la teoría hipodérmica). Así en 1950 con el surgimiento de la publicidad, la teoría de Gramsci volvió a tener sentido.
Este temor a ser manipulados y no poder disfrutar del amplio abanico de posibilidades que nos presenta la vida, pareció verse sustentado con resultados científicos de experimentos que se llevaron a cabo durante la segunda mitad del siglo XX. Esta creencia de que actuar contra ‘el sistema’ lleva inherente la felicidad y una vida plena, persiste en la actualidad, basta con ver el éxito que ha tenido el Hip Hop: los nuevos ídolos (por no decir Dioses) de la contracultura son estos seres marginados por ser negros, que se han rebelado contra la autoridad y el racismo, consumiendo drogas, maldiciendo todo, portando armas ilegales y violando las leyes en general.
Así descubrimos el principio básico (y erróneo) de la contracultura actual: no estamos dominados por trabajar en una fábrica, no nos domina una clase específica, el problema es la cultura, la sociedad nos reprime y nos vuelve conformistas (y nosotros lo disfrutamos), es necesario instaurar una cultura basada en la individualidad y la libertad.
Resumiendo, la contracultura se ha valido de interpretaciones a medias de algunas teorías (de Marx, Freud, Gramci y Marcuse) así como de experimentos erróneos para concluir que vivir en sociedad es reprimir nuestros instintos, por lo tanto no somos felices, es así que todas y cada una de las normas sociales coartan nuestra libertad y es deber de la contracultura acabar con todos ellos.
Contrapolítica
¡Al diablo las instituciones!
Andrés Manuel López Obrador
Ya se ha dicho aquí que la adopción de la contracultura como principios de acción por parte de los integrantes de la izquierda progresista, es un error del cual deben de salir si es que desean realmente lograr avances que beneficien a todos los sectores sociales y sobre todo, que les permitan salir de su estancamiento político. Quizá los códigos contraculturales en la vida diaria no sean tan peligrosos, si vemos a un ‘dark’ en la calle es muy probable que nos atraiga su monocromática manera de vestir, con encajes y terciopelo negro, maquillaje para palidecer su rostro, cabello largo y botas industriales; la mayoría de nosotros no nos acercaremos a él si es la primera vez que lo vemos, incluso los abuelos se persignarán y las madres alejarán a su hijos pequeños, pero después de algún tiempo asimilaremos y entenderemos que son sólo intentos de manifestar su individualidad y que no nos chuparán la sangre o nos robarán sólo por vestir diferente.
Por otro lado, políticamente la rebeldía contracultural puede ser muy peligrosa, ya que como lo dicen los autores del libro “lleva a los activistas contraculturales no sólo a rechazar las instituciones sociales existentes sino cualquier otra alternativa que se les proponga, aduciendo que al final se institucionalizará e impondrá por la fuerza. Por eso la contracultura rechaza la política izquierdista tradicional, que cataloga de institucional.” (Ibíd: 114)
En México tenemos a nuestro político contracultural. Andrés Manuel López Obrador se ha erigido como el espécimen principal para entender la acción de la izquierda progresista contracultura: transgredir por el simple hecho de transgredir y rechazar las soluciones institucionales más sencillas, abogando por alternativas más ‘profundas’ o ‘radicales’ que jamás se podrían aplicar eficazmente. Este personaje es heredero de la rebeldía radical que tuvo su máxima expresión en los años sesenta, es un activista perteneciente a la izquierda radical que ha logrado construir una serie de redes sociales que le han dado un poder político pocas veces visto en México. Candidato a la presidencia por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), una vez que el Instituto Federal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dieran el veredicto en el que este candidato resultara derrotado, sus respuestas se han basado claramente en la ideología contracultural. Su rebeldía lo vendió bien entre las clases más pobres del país, ya que como un rockstar, demostró estar contra las leyes y normas sociales (falta de respeto al presidente, a otros candidatos, entre otras), promoviendo una serie de reformas ‘radicales’ para mejorar la situación económica, política y social de México, logrando así acumular una gran cantidad de fanáticos a lo largo y ancho del país, principalmente en el sur, distribuyendo un discurso claramente Marxista.
En su discurso se pudo apreciar otro rasgo contracultural, su lucha contra la clase burguesa opresora. Para López Obrador, en la actualidad mexicana esta clase está formada por los empresarios mexicanos y transnacionales quienes a su parecer explotan a la clase trabajadora mexicana y no permiten el desarrollo del país. Parece que el licenciado López no sabe que Wal-Mart de México es la empleadora número uno del país. Una vez declarada su derrota, el licenciado López no aceptó las soluciones institucionales, por lo que mandó al diablo a los organismos que regularon el proceso electoral. Además rechazó algunas alternativas que se le propusieron, como participar de alguna forma en la política para sacar adelante sus proyectos. Así, en su trayecto final o por lo menos más reciente, este político contracultural se ha impuesto por la fuerza como presidente ‘legítimo’ de México, aunque sólo sus seguidores lo reconozcan así.
Este peligro de radicalizarse y cerrarse al diálogo, argumentando que el único camino posible es mandar todo al diablo es característico de la política contracultural, la cual cada vez adquiere más poder como se ha visto con los triunfos en Sudamérica de Hugo Chávez y Evo Morales. Así, al rechazar cualquier propuesta que no implique una transformación total de la conciencia y la cultura de la humanidad, estos políticos contraculturales acaban por agravar los problemas que pretendían solucionar.
El consumidor rebelde
Y soy rebelde cuando no sigo a los demás
Si soy rebelde cuando te quiero hasta rabiar
Y soy rebelde cuando no pienso igual que ayer
Y soy rebelde cuando me juego hasta la piel
Si soy rebelde es que quizás nadie me conoce bien.
Tema principal de la telenovela
Interpreta: RBD
‘Me odio a mí mismo y quiero comprar’ es el título con el que Joseph Heath y Andrew Potter nombran al capítulo en el que de convincentemente argumentan que “las revistas como Adbusters y películas como American Beauty, no debilitan el consumismo, sino que lo fortalecen.” (Ibíd: 116) Este problema se debe a que erróneamente estos escritores y directores han identificado al consumismo con el conformismo.
El consumo competitivo es el concepto que explica claramente por qué la contracultura, paradójicamente ha fortalecido a la economía de mercado que precisamente combate. Si los consumistas fueran unos conformistas, todos comprarían exactamente lo mismo y serían felices, sin embargo; es el inconformismo lo que fomenta el consumo competitivo, es decir, gastamos más y más en productos que son más escasos o que son más difíciles de obtener, debido a la posición social que nos dan.
El consumidor rebelde es aquel que supone trastocar el sistema negándose a comprar donde se le ha dicho que lo haga, sin embargo; sigue comprando sólo que en un sector diferente por lo que el capital sólo ha sido movido más no eliminado, así la contracultura establece distintos objetos de consumo mas no los elimina, permitiendo así que el capitalismo no muera sino sólo que amplíe su gama de productos.
Desde sus inicios, la contracultura ha sido un movimiento muy exclusivo, basado en un consumo competitivo y a la vez pilar de éste. “El problema, por supuesto, es que no todos podemos ser unos rebeldes, por la misma razón que tampoco podemos ser todos elegantes ni tener buen gusto. Si todos nos apuntáramos a la contracultura, ésta se convertiría en la ‘cultura’, a secas. Entonces el rebelde tendría que inventar una nueva contracultura, para restablecer la distinción.” ( Ibíd:149)
En la actualidad, ‘lo alternativo’ es la categoría para definir los productos que prefiere el rebelde contracultural para ‘transgredir al sistema’ y exaltar su individualidad y su libertad. Esta categoría de ‘lo alternativo’, es un sector que comienza a ser valorado por las grandes empresas ya que se han dado cuenta del elevado nivel de consumo competitivo que genera. En México, el Instituo Mexicano de la Radio supo verlo y otorgó el espacio de 105.7 a la estación Reactor 105, única transmisora de música alternativa en la ciudad, por su parte la cervecera Corona ha organizado por dos años consecutivos el Corona Music Fest, concierto de distintos grupos de música alternativa para un sector ‘inconforme y auténtico’.
Este sector de la música alternativa es un claro ejemplo del consumo competitivo, cada vez más surgen grupos que descienden directamente de las boy bands como los Back Street Boys o N’Sync, estas neo boy bands han evolucionado de ser grupos de ‘niños fresas’ bien parecidos a grupos de ‘niños rebeldes’ bien parecidos a su manera transgresora. En esta categoría tenemos a The Strokes, The Killers, Nirvana (en su momento), Oasis, Nine Inch Nails, y en el sector hispano a Zoé, Fobia, Porter, Chetes, los Babasónicos, entre otros; estos grupos son aceptados por el rebelde contracultural alternativo ya que ‘transgreden’ los cánones musicales opresores de la cultura de masas y les permiten ser libres e individuales, a pesar de que todos estos grupos siguen la misma línea musical y están en los primeros puestos del Billboard.
También la vestimenta es un área de lo alternativo que refleja el consumo competitivo de los rebeldes contraculturales. Estos consumidores rebeldes invierten cantidades monstruosas de dinero por lograr un estilo individual que manifieste su libertad para vestir, este nicho ha sido bien aprovechado por marcas como Diesel, Bershka, Pull and Bear, Von Dutch y Vans entre otros. Los consumidores rebeldes no están conformes con lo que ya conocen, por lo tanto compiten por estar cada vez más a la vanguardia en lo musical y obviamente en la vestimenta, no importando el precio siempre y cuando nadie más lo tenga o lo haya escuchado. Así, estos consumidores de la cultura alternativa, se han convertido en un nuevo nicho de mercado que permite la expansión del modelo capitalista, su rebeldía vende, y vende bien.
Lo anterior lleva a la pregunta ¿qué tan diferentes son los fans de RBD y de los Yeah Yeah Yeahs? Ambos gritan desquiciados en sus conciertos, recortan sus fotografías de revistas, coleccionan todos los souvenirs que se venden en sus conciertos, se visten como ellos y esperan el día de que salga a la venta su nuevo disco para comprarlo al precio que sea.
Tecnocracia y Contracultura
Gobiernos del Mundo Industrial, gigantes exhaustos de
carne y metal: yo vengo del Ciberespacio, la nueva morada
de la Mente. En nombre del futuro, os ruego que nos dejéis en paz.
No os tenemos ningún aprecio. No tenéis soberanía alguna sobre
nosotros.
Declaración de Independencia del Ciberespacio
John Perry Barlow
De acuerdo a los autores de Rebelarse vende, toda esta batalla ideológica por saber si los empresarios burgueses nos dominan o no y si tenemos una existencia alienada, inició con la Revolución Industrial. El problema fue que ‘Los principios de la tecnología- eficiencia, estandarización, división del trabajo- se habían convertido en los principios generalizados de la sociedad.’ (Ibíd: 330). Nuestra vida estaba dominada por el mercado y la tecnología, por lo tanto, para recuperar el control de la misma, era necesario superar a la máquina y precisamente la contracultura ofrecía un rechazo explícito de la ideología tecnocrática. Ahora el conformismo ya no estaba relacionado con la represión psicológica sino con la mecanización.
A pesar de lo anterior, la teoría contracultural no ha sabido explicar claramente el impacto que la tecnología ha tenido en nuestras vidas. Si bien los autores de Rebelarse Vende critican fuertemente a Neil Postman y sus conceptos de Tecnocracia y Tecnopoli, ya que los consideran un recalentado de la sociología de los sesenta, Postman aporta escenarios que sirven como guía para este análisis del impacto de la tecnología en la sociedad.
Es claro que la tecnología no nos ha lavado el cerebro ni nos tiene en un estado de conformismo ya que conocemos de una forma general las posibilidades y limitantes de la tecnología que el ser humano ha construido a través de los años. Por ejemplo, el consumo desquiciado del rebelde contracultural alternativo se ve reflejado también en la tecnología: la contracultura es partidaria de los iPod retacados de música alternativa y los celulares que reflejen un estilo de vida urbano y diferente como el W600 de Sony Ericsson, en pocas palabras esto es el consumo competitivo de gadgets.
Por otro lado, también la red de redes se ha visto invadida por esta ideología contracultural, “el ciberanarquismo es una filosofía que combina un entusiasmo desaforado por un estilo de vida electrónico con las clásicas ideas libertarias en cuanto al concepto adecuado de libertad, economía y comunidad, apelando principalmente a la desmasificación.” (Ibíd: 343) La libertad que propició Internet desde sus inicios para los ciberlibertarios, también dio cabida a los ciberopresores, ya que es precisamente de la misma libertad de expresión, de la cual se han valido ciertos grupos para coaccionar, acosar y silenciar a los demás. Esto fue posible gracias a la inexistencia de fronteras, ausencia de gobierno o sistema policial y el anonimato que permite Internet.
Si bien estos problemas se han intentado solucionar con la ciberpolicía y algunas reformas legislativas, no han faltado los ciberrebeldes contraculturales, quienes argumentan que se busca oprimir mediante el control y la regulación del ciberespacio, por lo tanto se han buscado desarrollar soluciones tecnológicas y no se dan cuenta de que el problema es social. “Esto permite posponer el reconocimiento de que la ciberlibertad no ha salido bien en Internet por el mismo motivo que el libertarismo ha fallado siempre en todas partes. La libertad sin restricciones no promueve la paz, el amor y el entendimiento. Ni siquiera promueve el capitalismo. Lo único que hace es crear un estado natural hobbesiano.” (Ibíd: 347)
Por lo tanto es posible ver tres vertientes principales, por un lado la (falsa) crítica a la tecnología como causante del conformismo, que ha alienado y maquinizado todas las esferas de la vida humana, por otro lado existe el consumo competitivo de la tecnología, principalmente de gadgets que nos permiten diferenciarnos de los demás y finalmente la actividad ciber-contracultural, la cual busca tomar el ciberespacio como un espacio de verdadera libertad e individualidad.
Reflexiones finales
Varias cosas tendría que decir sobre este libro. Primero me gustaría decir que en esta obra concebida por Joseph Heath y Andrew Potter, se establece una crítica poderosa, radical pero bien argumentada, una crítica desde la izquierda a lo que se ha adoptado como los ejes sobre los cuales se despliega la ideología de la izquierda progresista. Es quizá una obra muy ambiciosa, principalmente al querer destruir totalmente esta visión que se tiene de la contracultura como la verdadera alternativa ante la falta de autenticidad y la sociedad alienada en la que vivimos. Creo que este es principalmente el error, ya que se parte desde una premisa falsa, por lo que toda construcción a partir de esta será errónea también.
Creo que la alienación no es causada por el uso excesivo de la tecnología, o por someter nuestros instintos para vivir en sociedad y tratar de controlar a la naturaleza, la verdadera alienación radica en nuestra creencia errónea de que la rebeldía radical es la única forma de vivir plenamente y ejercer nuestra libertad e individualidad.
Es obvio que existe un conformismo, pero está mal entendido por la contracultura ya que para que podamos vivir en sociedad, bajo un gobierno que regule nuestras actividades y sea capaz de organizar actividades tan sencillas como transitar por las calles, la mayoría debe de estar conforme con los principios que se plantean, si no, no existiría una intersección de intereses que nos permitieran ceder un poco para ganar otro tanto y así lograr sacar adelante cada vez más acuerdo que sean más incluyentes y tolerantes con la innumerable pluralidad de intereses y necesidades sociales, políticas y culturales.
El problema más grave de la contracultura es su radicalidad, ese todo o nada, donde el todo es sólo lo que la contracultura ha propuesto, sin tener la más mínima apertura al diálogo. Proponer una transformación total, un cambio más ‘profundo’ no es la opción ya que esconde un absolutismo político, económico y social en el que no se da cabida a la pluralidad de opiniones.
Los políticos de izquierda no deben de olvidar que en los últimos años, las reformas más grandes como el voto femenino, los derechos de los negros e incluso los derechos básicos de los trabajadores se han logrado a través de los causes institucionales y apegados a reglas. Hoy no son necesarias menos reglas, ya que esto nos llevaría a la anarquía, más bien son necesarias más normas, las cuales permitan una mayor especificidad de las mismas y además propicien una mayor inclusión, es lógico que si se publica una ley que obligue a las instituciones a otorgar mayor igualdad a los individuos sin importar su preferencia sexual o religiosa incluso su estatus social u origen racial, será una ley más pero a su vez permitirá mayor igualdad, por lo tanto parece ilógico que menos leyes mejoren a nuestra sociedad.
Por otro lado, es importante reflexionar sobre esta carrera hacia el abismo en la que nos hemos enfrascado, la cual se alimenta de nuestro afán de poseer productos culturales más exóticos que nos permitan un mejor posicionamiento social. Parece que los rebeldes contraculturales están alienados con su pseudo-libertad, sería prudente y benéfico para ellos que despierten de su aletargamiento y se den cuenta de que su pensamiento radical y su estética violenta no hace más que agravar los problemas que buscan solucionar.
Así mismo, es importante profundizar sobre la relación de las nuevas tecnologías y la contracultura. Si para los rebeldes contraculturales el problema se originó con la revolución industrial que materializó nuestras relaciones debido a la fragmentación de nuestras vidas, lo cual está a su vez directamente relacionado con el uso y las características de las tecnologías, sería importante comprender a los neoluditas contraculturales que arremeten contra el ciberespacio y la telefonía celular, argumentando lo mismo que hace varios siglos: la tecnología daña nuestras relaciones sociales y fragmenta nuestras vidas, manteniéndonos enchufados (alienados) a una ciberrealidad que nos construye un mundo virtual en el que aparentemente logramos nuestros deseos y alcanzamos la felicidad.
Es importante por lo tanto, estudiar esta comprensión de la tecnología desde la teoría contracultural, ya que como en la política, propone el cambio radical de nuestra relación con el ciberespacio y las tecnologías digitales, y a no ser que logremos un distanciamiento de esta visión y desmitifiquemos la teoría contracultural, podríamos implementar estrategias que sólo nos llevarían a agravar el problema que deseamos solucionar.
La solución no es destruir el statu quo actual, lo que se debe de hacer es encontrar esas fallas en el sistema que están causando problemas, para que mediante su solución, logremos perfeccionar un sistema de mercado que es, por mucho el que mejor ha sabido satisfacer las necesidades del ser humano.
Hoy es necesario criticar el espectro ideológico desde la izquierda hasta la derecha y viceversa, pasando por la esfera política, social, económica y tecnológica, ya que en pleno siglo XXI, nos creemos hombrse modernos e incluso posmodernos cuando seguimos guiándonos por mitos como el de la contracultura. Por esto me pregunto si realmente existe la contracultura y si la cultura alternativa no es simplemente una forma de nombrar algo diferente pero igual: la contracultura posee música, ropa, literatura, cine, tecnología y política, es decir, las mismas manifestaciones que la cultura tradicional, esto se consume en igual o mayor medida, la única diferencia es su radicalidad y hermetismo, lo cual la vuelve más peligrosa. Bien encausada, la contracultura puede ser esa oposición que permita la dialéctica cultural que nos lleve a encontrar la autocrítica para perfeccionar cada vez más, nuestras manifestaciones que, por consecuencia, nos convertirán en mejores seres humanos.
Fuente de Información
HEATH, Joseph y POTTER, Andrew. Rebelarse vende. El negocio de la contracultura. México: Taurus, 2005. 417 pp.
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Conforme a la lectura del libro revelarse vende, capítulo “me odio a mi mismo y quiero comprar”,considero que yo soy una persona que no odia el consumismo y más bien me considero alguien que sabe que gracias al consumismo la empresa donde trabajo ha tenido crecimientos altísimos durante muchos años, lo cual me ha permitido crecer profesionalmente. Yo no veo mal que la gente sea consumista, pues es parte de lo que recibimos por trabajar tantas horas, sin embargo no puede ganarnos el hecho de que trabajemos solo para poder comprar cosas, sin contar las que son básicas como los alimentos, los cuales tienen también una tendencia de consumismo, pues no siempre los alimentos que compramos son básico, sino pueden ser también por un tema de estatus o consumismo como lo es un café en Starbucks. Me parece interesante el comentario de que el consumismo lo genera el sentimiento de competencia entre la gente y que no podemos culpar a alguien porque quiera estar a la altura del vecino, pues no solo es comprar por comprar, sino parecer una mejor persona, lo cual empieza en lo económico y despues traspasa los límites de lo social. De lo que si estoy seguro es que como dice la lectura, el consumismo no da la felicidad, pues solo es momentaneo, y debemos entender esto, para que no nos la pasemos toda la vida trabajando para comprar cosas, que al final, como sociedad, no nos harán ni mejores ni más felices.
Cada uno de los comentarios económicos que se mencionan, como si la demanda es mayor el precio se elevará, pero si hay sobre oferta tendrá que bajarse el precio para no quedarse con almacenes llenos, me atrae pues considero que un círculo virtuoso y vicioso, en el cual todos los tque rabajamos para una compañía que venda “algo” deberemos entender que los excesos no nos dejan nada bueno, y que tal vez en una empresa como American Express en la cual laboro, en los siguientes años, tendrémos que preocuparnos no solo porque el consumismo siga existiendo para que sigamos siendo existosos, sino deberemos preocuparnos por temas como la ecología, para que la gente aúnado el consumismo compre convencido, pues como dice el libro los mismos que dicen no ser consumistas y quejarse de eso son los que más consumen…
La postura del capitulo “me odio a mi mismo y quiero comprar, me parece muy interesante pues toca algunos puntos en los que las personas que trabajamos en ventas, debemos de saber. En las primeras hojas de la lectura, se menciona que el dinero no dala felicida, pero la pobreza tampoco parace ser una buena solución, y que además los países que más crecimientos económicos han tenido, se ha demostrado no ser los más felices, por lo que demuestra lo a mi parecer toda la vida ha sido una realidad “el dinero ayuda, y mucho, pero no es lo que al final te hace ser feliz”. Para mi el consumismo como dice el libro no es más que el buscar tener lo que otro tiene, o lo no tienen, por lo consiguiente eso e me hace ser mejor que ellos… ¿Pero en realida es así? No lo creo. Para mi, tener una bonita familia y una buena pareja es más que el dinero, pues conozco gente sola con mucho dinero, el cual le sirve para presumir, pero al final, cuando se va en la noche solo, el dinero no le sirve de nada…
Es interesante ver, como la gente considera que quien no es consumista es confrmista, y que al final, los que no están conformes son los que incentivan el consumismo, buscando ser diferentes a los demás, así podrán demostrar que son mejores o superiores (como dice el libro).
Sobre los temas que abarca el libro en base a la economía, lo que me parece más interesante es que si yo quiero ser más rentable y despido a gente, esa gente que se queda sin trabajo, probablemente haga que mis productos salgan menos y tenga que bajarle el precio, con lo cual me cuesta más bajar el precio, que en realidad el ahorro que obtuve por despedir a a esos empleados. Lo cual probablemente es lo que esté pasando con muchas empresas que buscaron ahorrar teniendo máquinas sofisticadas que suplieron a la gente, y ahora tenemos un nivel de desempleo el cual no permite que las empresas crezcan como quisieramos porque la gente no tiene dinero para comprar, un gran ejemplo son las automotrices, las cuales con el problema del costo de la gasolina, al ser más grandes los autos para ser “superior a otros” significa que gasta mucha más gasolina que cualquier otro coche convencional, lo cual en época de crisis deja de ser un valor y se convierte en algo que puede hacer hasta quebrar a empresas como GM en la actualidad.
El consumismo es muy importante en sociedades capitalistas como la nuestra, pero no dejemos de lado que aunque nos dá el dinero y nos ayuda a ser y tener mejores cosas, también nos obliga a pensar más a fondo si eso es lo que queremos para ser “felices”, o solo será una parte de lo que realmente nos hará felices en los siguientes años.
Con respecto a la lectura “Me Odio a mi mismo y quiero comprar” encuentro varios conceptos interesantes en los cuales vale la pena reflexionar.
Por un lado se identifica al consumismo con el conformismo y como parte de la rebeldía social; se habla de un pensamiento contracultural vs un mercado de ideas y se compara la adquisición de bienes materiales con la felicidad.
Es una realidad que existe cierta tendencia a la competencia,al querer mas y a destacar en un entrono social, pero es esto lo que le permite a la economía crecer al igual que a los individuos. Considero que el comprar es una actividad natural y de principio de supervivencia básica,cuando se pasa al siguiente nivel y se empieza a comprar para cubrir otro tipo de necesidades es en donde empieza la competencia y entra a escena el sentimiento de realización; lo cual aplica a todos y cada uno de los diferentes sectores sociales sin existir difrencia de fondo,lo que cambia son las marcas, los productos y los servicios, el costo de los mismos y las necesidades que se cubren con esa compra.
Tambien estan los casos en donde la gente empieza a comprar por compulsión y aqui se pierde el equilibrio entre lo necesario, lo aspiracional vs lo irracional( no se compra por una razon en específica)
Nuestra sociedades aplican “dime qué comrpas y te diré quien eres”, la exigencia entre individuos y entre sociedades ha tomado mas fuerza en los últimos años.
Las empresas también ha contribuido, lanzando mensajes de status y de “pertenecer” si se adquiere cierto producto o servicio, y claro todo tiene su precio.
Un precio que se está dispuesto a pagar por un nucleo de personas y cuando se vuelve alcanzable por otros pierde su “nivel” y se le da entrada a lo “nuevo”.
Creo que todos en algun ciclo de la vida hemos caido en este juego,siempre queremos lo que otros traen, ya sea de niños el juego de moda, de adolescentes el coche, la bolsa, la ropa y lso accesorios de moda, de grandes el departamento o la casa en la zona, los mejores colegios para los hijos, los clubes en zonas residenciales; es desgastante pensar que debemos vivir así.
Culturalmente creemos que si no lo tenemos es igual a no pertenecemos; en ocasiones creo que llega un momento en que se cae en excesos y que si no competimos o no entramos no tenemos las armas para estar en el club de amigos o en el club de la seguridad (considerar el alto nivel de delicuencia existente)
Aqui entra el cuestionamiento de si lo material esta directamente relacionado al grado de felicidad o ¿hay cabida para la parte espiritual? La respuesta solo la tenemos cada uno de nosotros, sin embargo, desde mi punto de vista, creo que la tranquilidad y la satisfaccion va relacionada con el sentimiento de superación en ambos aspectos,y los porcentajes que se le deben asignar a cada uno de ellos depende de los valores, las costumbres, los prinicpios y sobre todo de las necesidades creadas.
Si tomamos los puntos considerados en la lectura desde el enfoque insitucional, es verdad que existe una demanda y una oferta; y que el consumidor es quien lleva la batuta. Si una empresa produce más de lo que el comercio requiere seguro trae una sobreproducción, y viceversa, si el consumidor requiere un producto y no lo encuentra en el momento,en el lugar y en el precio adecuado automáticamente pierde su valor o su lugar.
Son muchos los factores que juegan en esta relacion oferta-demanda,la economía marca en gran medida la pauta. Como bien se menciona en el texto, si el individuo no tiene dinero para adquirir ciertos productos no es que la demanda baje por si sola, es que se hay otros productos que en cierta medida creceran porque son mas accesibles para la gente, así que la demanda de algunos se veran afectados mientras otros se verán beneficiados, al final el ciclo económico sigue su curso. (es un sistema de intercambio)
Lo importante de la lectura es que reflexionemos si todo lo que hemos adquirido en el transcuro de los años ha llenado nuestas espectativas de felicidad o si solo han sido sentimientos momentaneos. Vale la pena hacer un alto y decidir que tipo de consumidores queremos ser.
La lectura del capítulo “Me odio a mi mismo y quiero comprar”, me deja claro que el consumismo no es conformidad, es una competencia continua que no logra la felicidad y que es inherente e inevitable para las personas que viven en un sistema capitalista.
Incluso aquellos que abiertamente están en contra del sistema a través de la contracultura y la rebeldía, buscando separarse de aquellos que desde su punto de vista se han masificado y tienen valores frívolos y materialistas, de manera irónica en muchas ocasiones se convierten en los mayores consumidores de productos que los diferencien del resto.
El mercado para los artículos de nuevas tecnologías conocidos como gadgets, objetos para muchos considerados inútiles que sirven como símbolo de estaus social, es claro representante de cómo funciona el consumismo: los nuevos productos son adquiridos inicialmente por los llamados early adapters, personas que al tener un nuevo artículo tecnológicamente sofisticado (aunque sea sólo en apariencia), tratan de distinguirse de los demás, demostrando su supuesta apertura a las nuevas experiencias, su curiosidad, su amplio conocimiento, buscando ser reconocidos como los guías de la innovación y del pensamiento, para de esta manera obtener un estatus social diferente.
Dado lo anterior, independientemente de las técnicas para descremar mercado, este tipo de productos invariablemente deben ser caros en su etapa de lanzamiento. No puede ser de otra forma, ya que si el gadget fuera barato, una mayor parte de la población tendría posibilidad de adquirirlo, masificándolo y de esta manera se perdería el diferenciador. En una segunda etapa, cuando se masifica, el early adapter invariablemente cambiará de gadget para mantener su estatus, creando círculos de consumismo efectivos.
Un ejemplo es el de los teléfonos celulares, cuya necesidad básica a cubrir mediante la comunicación a través de llamadas telefónicas de voz aparentemente ha quedado en muchos casos en el olvido. Numerosos teléfonos tienen mala calidad para recibir llamadas, pero se les incorporan cámaras fotográficas, sistemas de grabación, agenda, listas de contactos, calendario, despertador, acceso a Internet, envío de mensajes SMS, juegos, sistemas de edición de audio, radio, grabadora de voz, sistemas para tomar notas, calculadoras, etc.
¿En realidad los usuarios utilizan todo esto? Tal vez la respuesta es irrelevante, ya que aquel que quiera estar al último grito de la moda y así diferenciarse, a pesar de tener cubierta la necesidad básica de comunicarse por teléfono, deberá entrar al sistema de consumismo, adquiriendo el modelo más reciente en un círculo sin fin, ya que la incorporación de nuevas funcionalidades continuamente hace que un teléfono celular sea obsoleto desde el punto de vista tecnológico desde que es puesto en el mercado.
La necesidad elemental, al ser cubierta, hace que los bienes se valoren por sus propiedades distintivas, símbolos de estatus social.
¿En verdad somos originales, evitando caer en el consumismo de masas y en el gusto simple y vulgar de la mayoria desinformada?
En este capítulo se desmiente el tan arraigado sentimiento de originalidad y rebeldía que abunda en aquellos que se dicen anticonsumistas.
A lo largo de la primera parte explica con ejemplos claros cómo la contracultura es un negocio consumista en sí misma y desmiente los tradicionales mitos sobre el macabro capaitalismo y el control del sistema, ejemplificando como a toda oferta corresponde una demanda. Examinando las verdaderas necesidades de la gente y cómo éstas se transforman rápidamente, el autor llega a la conclusión de que lo que verdaderamente busca el consumidor es distinguirse del resto de las personas que lo rodean.
Sin embargo al realizar este análisis surge la cuestión sobre la influnecia que tiene el bienestar económico sobre la felicicidad. Si bien estudios demuestran que en los países en desarrollo la felicidad aumenta al crecer el nivel económico, se llega a un punto en el que al cubrir las necesidades materiales la felicidad deja de aumentar. Cómo explica el aútor esto es porque después de cubrir las necesidades mateiales se comienza a buscar bienes posicionales, iniciando una ardua competencia entre los consumidores de la que es casi imposible desafanarse ya que el mismo ambiente y gustos intrínsecos forman parte de este modus vivendi.
El autor explica que dentro de esta ardua competencia, lo único que se logra es aumentar el precio de los escasos bienes posicionales. Yo pienso que el estancamiento de la felicidad en este punto es precisamente porque la competencia no tiene fin, no se llega a una meta y ésto genera frustración y mayor ambición. Sin embargo la felicidad sí se logra cuando se sólo se cubren necesidades materiales anteriormente no resueltas porque se llega a una meta, la meta es de dejar de surir, dejar de carecer lo esencial, significa un descanso… felicidad.
Sin embargo lo más valioso que deja el autor en este capítulo son eseñanzas para aquellos que busquen ofrecer en el mercado un producto o servicio determinado, ya que descifra claramente lo que busca el cosumidor: distinción, parecer original y en un nivel superior que la mayoría.
Creo que ésta busqueda por la distinción se dá en todos los niveles, siendo muy común que a los niveles económicos bajos les parezca novedoso aquello que para los niveles económicos altos ya forma parte del pasado. Es por esto que sin importar el producto o servicio que se pretenda ofrecer es importante que cuente con la característica de distinción y novedad indicada para el públco al que va dirigido. Este prducto puede ir dirigido a los más altos niveles económicos, ofreciendo un producto verdaderamente novedoso (esto puede ser incluso rescantando elementos del pasado o de la vida cotidiana). Otra opción es dirigirse a niveles socioeconómicos más bajos simpre y cuao también se ofrezca status y originalidad (esto puede ser con un producto novedoso o poniendo al alcanze de éste público un producto que desconocían o que no se encontraba a su alcance. Cualquiera que sea la elección de públicos es importante saber que los deseos son muy simmilaes y que el negocio de la contracultura es un verdadero negocio de consumo que hoy en día es muy aprovchado.
El capítulo de “Me odio a mí mismo y quiero comprar”, me pareció muy interesante por la propuesta que hace el autor de que la gente no es consumista por ser conformista, sino por que quiere diferenciarse de los otros y sobresalir, lo cual termina en una competencia de consumismo. Es decir, Juan compra tal automóvil para sobresalir de entre sus conocidos, pero después un de sus amigos, se compra un automóvil mejor, a lo que Juan busca otra manera de sobresalir y así sucesivamente. Eso hace que, de acuerdo al autor, se evite la humillación. Estoy de acuerdo con el autor en su premisa de que las personas consumimos por diferenciarnos, y el problema que vemos ahora con la producción en masa es que esa exclusividad ya es muy difícil de mantener. Por ejemplo, hay marcas muy exclusivas que venden sus productos a precios muy elevados y que son adquiridos por personas de nivel socioeconómico alto. Sin embargo, gracias a la piratería, esas marcas ya se pueden encontrar en un tianguis o en un Mercado. ¿Dónde está la exclusividad? Desde mi punto de vista, toda esta necesidad que sienten algunas personas por poseer ciertas marcas y creer que eso les da status o les da otro nivel se reduce a una inseguridad y un vacío interno gigantesco. Es decir, ¿qué es lo que me hace falta interiormente para que sea llenado con una bolsa Louis Vuitton o unos pantalones Versace? ¿Qué tienen estos productos que me van a hacer una persona superior? Yo estoy convencida que las estrategias de comunicación de estas marcas están completamente dirigidas a satisfacer una necesidad de aceptación, de vacío e inseguridad de personas que las utilizan. En mi experiencia me ha tocado ver cómo una persona cambia totalmente su actitud cuando viste una playera Armani, por ejemplo. Y aquí ligo esto con lo que comentaba anteriormente de evitar la humillación. ¿Por qué una persona se va a sentir humillada si el vecino o el mejor amigo trae un automóvil mucho mejor que él? ¿Realmente consumimos por diferenciarnos o por pertenecer a un grupo social? Desde mi punto de vista se hace para sentirnos parte de un grupo social. Y aquí relaciono el otro concepto que se maneja en el capítulo sobre la felicidad. Estoy de acuerdo en que el dinero no brinda la felicidad, pero sí ayuda a satisfacer ciertas necesidades que nos darán felicidad. Sin embargo, me pareció muy interesante cuando el autor comenta que en las sociedades desarrolladas llega un punto que la felicidad no aumenta conforme aumenta la riqueza. ¿A qué se debe? Desde mi punto de vista esto se debe a que, con la misma lógica que comenta el autor, la gente trabaja no por gusto, sino por evitar la humillación, por esta competencia consumista de no sentirse menos, por esta inseguridad y falta de felicidad que, al no encontrarla en su interior ni con las personas que lo rodean, buscan al adquirir ciertos productos o servicios, que creen, les brindarán felicidad, status o pertenencia. Lamentablemente eso es sólo una pantalla que se puede desmoronar muy rápidamente, ya que, como vimos en la lectura del capítulo 3 de Blink, muchas veces “las apariencias engañan”.
Yo pondría como título de este capítulo “Me amo a mi misma y quiero comprar”.
Es maravilloso consumir dentro de las posibilidades y deseos de cada persona. La satisfacción de comprar algo y el vínculo emocional que genera cada uno al comprar un bien material, le da un valor diferente. Lo que para unos algo caro puede ser su más valiosa adquisición, para otros algo más barato también puede ser su más valiosa adquisición. Si una marca de lujo Louis Vuitton va a generar pertenencia, también una chamarra Coppel va a generar pertenencia en un grupo social.
Hoy en día tenemos acceso a una gran cantidad de productos novedosos que aunque no tengamos la necesidad de comparlos, la publicidad o la recomendación de boca en boca, empiezan a generar esa necesidad que nunca hubiéramos pensado tener. Ejemplo: Si vamos a SAM´S uno va con la idea de comprar 3 productos, pero al tener al alcance tanta variedad, uno empieza a colocar en el carrito 10 productos extras que en ese momento no necesitábamos, pero los compramos “por sí”…”por si necesito…..” Esto es lo que desean las marcas.
Que maravilloso estar en un siglo donde podemos consumir lo que queramos, cuando queramos, con el presupuesto que queramos.
En lo que estoy de acuerdo con el autor, es que si vamos a hacer sacrificios por estar comprando lo que sobrepasa nuestras posibilidades económicas, ahí sí se encuentra el lado negativo del consumismo.
La manera en que funciona la mente de nosotros los consumidores es muy interesante y la manera en que nos ofrecen los productos y servicios mediante la publicidad “sentimental” responde a las necesidades de los consumidores; una ves satisfechas nuestras necesidades básicas acudimos a productos que nos diferencien de las demás personas, volviéndose esas mismas necesidades básicas en diferenciadoras al consumir vestido, alimento, vivienda específicos que respondan a lo que queremos proyectar… por que desde el punto de vista social no es no mismo saciar tu sed con agua electropura que con agua de la marca evian tiene connotaciones diferentes aunque las dos cumplan exactamente con la misma función.
La manera en que el autor lo plantea desde el punto de vista económico el consumismo me resultó muy interesante ya que explica el por qué las clases sociales de medias a bajas por más que trabajan no tienen dinero lo dice con la frase… “siendo mas ricos ¿no deberíamos trabajar menos?” Pero es que siempre estamos atendiendo las necesidades de estatus y sociales que determinarán la manera en como somos percibidos.
Es muy gracioso pasear por algunas poblaciones del estado de Guerrero por que te encuentras con casas hechas de laminas de cartón, de hueso o sin piso pero que tienen una súper camioneta estacionada a fuera o el mejor equipo de sonido o antenas de sky… que no sería mejor invertir en una buena casa primero y después en cuestiones sociales o de proyección, pues la realidad es otra.
Lo realmente lamentable del consumismo es la discriminacion, la intolerancia estetica que se crea en las clases sociales pero irónicamente es lo que la sustenta… la diferenciación.
En el capítulo “me odio a mi mismo y quiero comprar”, es muy claro que la publicidad juega un rol muy importante en el consumidor, ya que mediante está, los especialistas crean necesidades en su público. Sabemos que existen necesidades básicas como vestir, comer, etc, pero la necesidad que nos crean es sentimental, es de estatus ya que el público consumira por pertenecer a determinado grupo.
Y si la necesidad no la tenemos, no la inventamos por el simple hecho que satisfacer una “necesidad”.
El autor menciona que hay personas que sacrifican muchas cosas por obtener un determinad nivel, estatus, etc.
Y creo que no es malo, siempre y cuando la persona este totalmente consciente de que quiere safrificar algo por obtener otra cosa mejor. Por ejemplo si yo quisiera comprarme un automóvil, se que tendre que sacrificar algunas cosas por darme ese “gusto” dejando claro que no necesariamente es una necesidad es un simple gusto pero estoy dispuesta a darmelo.
Capitulo 4: Me odio a mi mismo y quiero comprar
En la actualidad el dinero se gasta en comprar productos de consumo privado. Estamos obsesionados con comprar más y más cosas. Este comportamiento compulsivo es el que los críticos llaman “consumismo”. Estamos viviendo en un mundo masificado, consumista y estéril, en el cual la gente compra cosas para sentirse superiores, adquiriendo objetos inútiles que solo sirven de estatus social. Se crean necesidades efímeras, las cuales solo nos llevan a crear un falso nexo entre la riqueza relativa y la felicidad.
Y que tenemos con todo esto una infelicidad total, una necesidad de proyectar una imagen de un supuesto éxito el cual no existe del todo.
Todo esto es gracias a la publicidad, la cual nos programa para ello, esta publicidad crea el consumismo competitivo al estimular la envidia o favorecer una obsesión malsana por el estatus social.
Evitemos que la publicidad nos envuelva y nos lleve a comprar cosas innecesarias.
En el capítulo ¨me odio a mí mismo y quiero comprar¨ me ha llamado mucho la atención como nuestra sociedad está obsesionada en comprar. Las personas acuden al consumismo para llegar a una supuesta felicidad al pertenecer a cierto grupo y ser aceptados, otros solo para ser distintivos de los demás y reflejar superioridad. Estoy de acuerdo con la lectura de que sigue existiendo un fuerte nexo entre la riqueza relativa y la felicidad, mientras más dinero tengas eres más feliz.
Es cierto que el dinero te da cierta seguridad, y te mantiene tranquilo en las épocas de crisis, pero competir y derrocar al del lado por tener más dinero es algo que se ha vuelto una batalla en este mundo del consumismo perdiendo así los valores éticos en la persona. El ser humano nunca va a quedar satisfecho con lo que tiene, va a querer más. El consumismo es esencialmente un conflicto de acción colectiva existente en todas las clases sociales, es un ciclo que no tiene fin. Las clases sociales de menor status están dispuestas a dedicar un mayor porcentaje de sus ingresos al consumo competitivo que las clases de alto status.
El consumismo es un círculo vicioso en la que la misma sociedad hace que termines consumiendo más para no quedar mal y sentirte bien. Algunas personas en el mes de diciembre gastan todo su dinero en las fiestas, sin tener las condiciones para gastarlo, en lugar de ahorrar y pasar la navidad en una manera más austera prefieren pasarla bien, ser felices por un rato. Pasar una navidad austera no te hace más infeliz que los demás y así pasa en muchas circunstancias en nuestra sociedad.
La mayoría de las personas buscan la distinción. Es el principal motivo de que en nuestra sociedad las personas de diferentes clases sociales no interactúen libremente entre sí. Hay muchas personas que con una mirada escanean a la persona, y la clasifican según sus criterios y su forma de pensar sin saber realmente como es. Para concluir con mi reporte me gustaría mencionar este párrafo de Bourieu.
¨La intolerancia estética puede ser terriblemente violenta. La aversión a los estilos de vida diferentes del propio es quizá una de las barreras más insalvables entre las clases sociales; la endogamia clasista es una prueba de ello¨.
¨El consumismo nos ha convertido en seres materiales, ya no importa mucho lo que eres si no lo que aparentas ser¨
En el capítulo “Me odio a mi mismo y quiero comprar” se explica de manera clara y extensa las teorías de los origenes del consumismo ligadas con concepciones marxistas y capitalistas.
Se esablece la relación que existe entre el consumismo y la necesidad del consumidor de sentirse satisfecho a nivel funcional, emocional y sobre todo social.
El consumismo se ha vuelto una carrera veloz por tratar de tener el mejor artículo comparado con el del otro. La cultura y la presión social nos llevan a un estado de consumismo más elevado (por ponerlo de alguna manera. La publicidad es otro factor que influye, que nos convence que un gasto se vuelve necesario cuando antes era un lujo.
Ya no es suficiente cubrir las necesidades básicas, ahora buscamos tener más, lo último, lo mejor, la tendencia.
Creo que podrían existir muchos comentarios sobre el consumismo, que “si tener más te hace más feliz” que “si ya no importa lo que eres sino lo que aparentas ser”. Sin embargo, creo, también, que tener un target consumista podría resultar una ventaja, un consumidor que busca lo diferente y que no se conforma obliga a una empresa a que sus productos sean siempre innovadores y que esten siempre en tendencia, o fuera de ella (sea cual sea que lo beneficie más). Podría obligar a la empresa a mantener ese distintivo que logre mantenerlo en el TOM de la gente.
No sé si podría considerarse “bueno o malo” el consumismo, depende de la óptica, pero es cierto que la cultura de compra y las razones de compra han cambiado y que ahora hay que buscar llegar al consumidor desde la perspectiva de satisfacción de las necesidades emocionales y sociales.
¿Necesitamos lo que tenemos?
Día con día las personas somos bombardeadas con una serie de mensajes publicitarios de artículos o servicios que “necesitamos” para ser felices, ¿pero en verdad necesitamos todo lo que nos anuncian?
Si bien es cierto que las personas requerimos diferenciarnos unas de otras, existen distintas formas de hacerlo. Una podría ser mediante los valores, mediante el respeto a las demás personas y a la sociedad en general, es decir, podría existir una diferenciación desde la identidad de cada individuo, como una empresa se diferencia de las demás mediante su misión. Sin embargo, el hecho de que las personas busquen su diferenciación por lo que compran, lo que utilizan, o donde viven, etc. nos habla de una diferenciación basada únicamente en la imagen, la cual puede o no ser congruente con la identidad, como ocurre en muchas compañías.
Me parece que estamos pasando por una época donde la apariencia es más poderosa que los valores en sí mismos, donde la educación cada vez decae más, las personas comenzamos a convertirnos en animales silvestres que buscan su bienestar y su felicidad (felicidad que se posterga porque: “solo cuando tenga ____ seré feliz”) a costa de lo que sea, no importando si para lograrlo hay que comprar constantemente lo más nuevo; y no buscan la verdadera felicidad en sí mismos, ni la diferencia en su interior.
Esto ha generado que cada vez sean más y más las cosas que “necesitamos” para ser diferentes a los demás, pero al final nunca es suficiente. Lo que me lleva a pensar que lo que se adquirió o no era algo que en verdad se necesitara, o solamente se deseaba llenar un hueco personal, un vacio emocional que cada persona tiene de diferente magnitud.
Así que la próxima vez que estemos a punto de comprar algo, pensemos ¿LO QUE ESTOY COMPRANDO EN VERDAD LO NECESITO?
Hirsh afirma que se debe distinguir entre los bienes materiales y los bienes posicionales, ya que el acceso a estos últimos depende de la capacidad adquisitiva de cada individuo, como el estatus o la propiedad privada. El precio de un producto sirve para pagar sus insumos y también para restringir el acceder a él. En nuestra sociedad, la escasez se ha eliminado casi por completo, de modo que la mayoría de los bienes que consumimos son posicionales y no tienen nada qué ver con los motivos de las otras personas.
Es aquí donde adquiere gran importancia el desarrollo de productos personalizados, ya que es seguro que un mismo diseño no logrará satisfacer a todos los consumidores.
El diseño se centra en el mensaje, y en el significado de un producto o de su uso, y de los recuerdos que éste pueda evocar. Se centra en la autoimagen y en el mensaje que se envía a los demás.
El valor real de los productos radica en satisfacer las necesidades emocionales de las personas. Una de ellas, quizás la más importante es la de satisfacer la autoimagen.
La belleza o la fealdad de un objeto es determinado por los grupos de mayor jerarquía social, sin embargo, las cosas son analizadas más profundamente y es donde cobran su verdadero valor que puede ser inesperado y hasta contradictorio a lo que dictaría el sentido común, como sería la rebeldía contracultural, donde el rechazo a las normas establecidas por la sociedad tradicional, es un símbolo de distinción.
Sin embargo, al pasar el tiempo, esta tendencia se generaliza y en busca de notoriedad, la rebeldía se tiene que reinventar constantemente convirtiéndose en un pilar del consumismo.
Dolores Alva Santander
Yo considero que es inevitable tener una sociedad consumista y no le veo inconveniente alguno a vivir en una, si bien dicen que el dinero no compra la felicidad sí es cierto que ayuda y mucho. Jamás me había detenido a pensar que hay un punto en el que tenerlo todo no te hace feliz, pero seguro sucede y ejemplos hay miles de cómo personas del medio del espectáculo, deportistas, políticos y funcionarios con gran poder y extremadamente ricos son personas depresivas a quienes sus bienes materiales no les quita la soledad.
Me gustó que el autor tomara como referencia teorías de algunos otros autores y ejemplificara de forma didáctica y simple lo simple de la oferta y la demanda y la necesidad del consumo, en la parte que habla sobre lo que significa una recesión económica y que la solución es poner dinero a circular me hizo gracia por ser lo que actualmente estamos viviendo y darnos cuenta que incluso hay libros que te dicen cuál es la solución a muchos problemas y hay gente que aún sigue pensando que es mejor guardar su dinero en una cajita o comprar dólares por si acaso.
Es natural el consumo, es natural que la gente aspire a más y desee superarse y encajar en un grupo, son conductas y deseos innatos al ser humano y si no se pueden cambiar, la única forma es utilizar esto de forma que pueda beneficiar a nuestra empresa o a nosotros mismos. Sería absurdo pensar en un mundo donde nadie consuma nada porque ahí sí entraríamos en crisis, mientras exista mercado, habrá productos, consumidores, beneficiados y gente feliz, repito, también hay que medir lo que significa ser un comprador de bienes “útiles” y pequeños lujos, y deslindarnos de los compulsivos que lo que hacen es llenar vacíos con cosas materiales.
ME ODIO A MI MISMO Y QUIERO COMPRAR
Por lo que respecta al tema que aborda el autor acerca de la naturaleza de la “sociedad del consumo” al relacionarla con el concepto del “conformismo”. Desde mi punto de vista, sin duda éste tipo de sociedad aún existe, la cual se caracteriza por negarse a desarrollar una posición filosófica o cultivar su mente o alma, por centrar su interés más bien en poseer un bien material que llegue a cubrir una insatisfacción emocional o bien lo desligue por unos segundos de alguna frustración laboral.
Esta perspectiva definitivamente nos acerca al fenómeno del comportamiento que tienen las masas en el proceso del consumismo, puesto que al no razonar y no profundizar en el “ser” sólo les interesará consecuentemente el “tener”. Ya que el promedio o término medio de la población prefiere quedarse sin comer, con tal de poseer un bien de consumo privado que satisfaga en una mínima parte su deseo de felicidad.
En consecuencia, si las masas se comportan de esta manera, será necesario idear estrategias adecuadas para que el producto que se pretende comercializar destaque y el mercado al que se le pretende vender dicho producto se identifique con la originalidad de nuestras políticas comerciales. Por lo tanto, lo importante aquí será “la forma en que se venderá el producto”, de lo cual depende que la masa, nos compre o no.
Por otra parte, considero que no estamos alejados de la mecanización que trae como consecuencia la reducción de salarios y pérdida de empleos. Un ejemplo claro, lo tenemos en la existencia cada vez menor, de los estacionamientos libres de cajeros automáticos de pre-pago.
Entonces, ¿debemos atacar el mercado del consumidor rebelde? ¿Por qué en las instituciones u organizaciones el trabajador se niega a comprar en dónde se le ha dicho, a pesar de que se les otorgan vales o cupones de despensa? Si, lo que pretende el patrón es otorgarle cierto status al empleado aunque esta acción desemboque en un consumismo.
Hoy, se siguen refiriendo al inmigrante como el principal causante del desempleo en otros países. Pero, entonces esto significa que no existen normas fiscales o arancelarias en cada país que otorguen un panorama más claro sobre la demanda de bienes que genera la mano de obra de un nacional en el extranjero, lo que los excluye de toda culpabilidad por desarrollar el trabajo que los nacionales del país extranjero se niega a desempeñar por considerarlo denigrante…
Para mi, somos en el extranjero; una sociedad trabajadora ambiciosa, ya que constantemente queremos superarnos, para alcanzar un nivel y estilo de vida respetable, que bajo ciertos parámetros nos otorgue “status”. Pero como la colectividad no tiene límites nos convertimos en “consumistas defensivos” ya que el mexicano psicológicamente asocia “posesión de bienes con éxito”.
Habrá quien diga que este consumismo nos otorga una felicidad pasajera, pero no podemos desligarnos de la acción competitiva que caracteriza al inconsciente colectivo de la sociedad mexicana. Todos en mayor o menor medida somos consumistas, ya que éste fenómeno no distingue clases sociales, solo se agotaría si la moneda dejará de circular o bien, fuésemos una sociedad amante del ahorro, lo cual está muy alejado de la realidad. Hoy lo vemos en los centros comerciales y supermercados como consecuencia de las cercanas fiestas decembrinas, los cuales por medio de sus campañas publicitarias atacan acertadamente cada segmento del mercado atendiendo a la satisfacción de una necesidad de distanciamiento o deseo de superioridad y a una necesidad de diferenciación o deseo de reconocimiento. Así como, a los estilos de vida que persiguen las clases sociales por miedo a perder el status social alcanzado. Por lo que ante el “consumismo” la necesidad a satisfacción dependerá de las preferencias y expectativas del cliente, lo cual influirá en su decisión de compra. El único argumento que tenemos como sociedad consumista es que no somos conformistas porque exigimos siempre que el bien que pretendemos adquirir cumpla con ciertos requisitos
Lo increible que te muestra este libro: es que los productos que actualmente consumimos ya no son solo para cubrir las necesidades inherentes al ser humano, sino el consumo se hace de acuerdo a necesidades creadas por parte de la empresas y por nosotros mismos.
Solo nos concentramos en consumir para satisfacer más que nada necesidades emocionales, de pertenencia y para competir con el de al lado, demostrar que tenemos lo último en tecnología, para que después el otro compre algo superior. Lo cierto es que el consumismo existe y aunque se este en contra de ello, todos somos víctimas. La misma competencia que se genera al consumir los productos que están de “moda” solo hace que se genere una insatisfacción, puesto que a la medida que la tecnología avance o se presente algo mejor que lo que tienes inmediatamente vas a querer adquirirlo, por lo tanto, creara una necesidad insatisfecha y una menor felicidad, también nos hará trabajar más para conseguir lo que queremos o frustrandonos por no lograrlo.
Las empresas ya no solo compiten con otras empresas para ser mejores, compiten con ellas mismas. Por otro lado también éstas tratan de estar a la vanguardia implantando sistemas de producción tecnológicos pensando en la rapidez y disminución de costos, pero en momentos de crisis lo más fácil de hacer es despedir o liberar puestos para reducir dichos costos, pero al hacer la sustitución de la mano de obra por maquinas entonces en esos momentos ¿Qué hacen las empresas? ¿y los empleados despedidos? ¿qué pasa con ellos? Está claro que en estos tiempos la competencia laboral es más, por lo que debemos sobresalir por el talento, habilidades, aptitudes que tengamos y por supuesto desarrollemos, no estancarnos simplemente en lo que aprendimos a hacer en un tiempo determinado, sino continuar con nuestro aprendizaje y adaptarnos a las nuevas necesidades de la empresas a contratarnos.
(comentario anterior hecho por Yomara Munguía)Junio 10, 2009 “8:37 pm”
Aunque esta interensantísima lectura comienza con la definición del anticonsumismo, creo que en la vida real no existe. Aunque haya quien no quiera ir con la corriente y comprar todo lo que está de “moda”, todos, en algún momento, somos consumidores.
No podemos subsistir por nosotros mismos. Lo que sí no debemos es llegar al extremo de arriesgar incluso nuestra tranquilidad, felicidad y estados financieros por querer pertenecer a una clase social o a un grupo específico.
Cada vez trabajamos más, eso es inevitablemente cierto. Sin embargo, ¿hasta dónde estamos dispuestos a arriesgar nuestra salud, nuestra felicidad? La verdad es que es una lástima que trabajemos con el único fin de tener una vida mejor. Pero, ¿qué es una “vida mejor”? ¿tener todo y al mismo tiempo no disfrutar de nada por falta de tiempo?
Sobre todo en estos tiempos difíciles debemos ver que es lo que realmente importa y qué nos hace realmente felices…¿lo material o aquello a lo que no se le puede poner precio?
Gaby Perales
Esta lectura me hace reflexionar en la importante diferencia entre los bienes posicionales y los bienes que podemos decir son estrictamente necesarios. Si hacemos nuestra lista de cosas que hacen falta en nuestro super dificilmente los nombraremos como detergente, suavizante, jugo, etc. normalmente buscamos marcas, lo importante es lo que venden las marcas, aquellas sensaciones que buscamos generar en nosotros mismos en nuestra vida cotidiana que se vuelve cada vez más compleja por el hecho de depender continuamente de que no podemos parar y necesitamos seguir atesorando. Pero es importante pensar que lo que buscamos es satisfacer más los sentimientos que las necesidades reales, pues si las personas hicieramos un riguroso examen de nuestros comportamientos de compra, seguramente nuestros gastos se reducirían. Estamos encadenados más al sentimiento que a la necesidad real. Es la clave con la que las grandes marcas nos venden y convencen.
Susana Arrieta
Con esta lectura puedo reflexionar que todos somos parte del consumismo, me refiero a los estratos sociales, aunque en los niveles más altos con mayor énfasis.
El consumismo es una de las principales causas de que busquemos prosperidad económica y material, ligándola a la felicidad por mínima que sea esta. Han demostrado que en los países ricos el grado de felicidad es mayor que en los pobres, pues cuentan con el poder adquisitivo para satisfacer sus deseos, necesidades y proyectos vitales. Aunque se cuente con los recursos económicos para adquirir los bienes deseados los hábitos de consumo seguirán incrementándose buscando la igual social y la aceptación del grupo al que pertenecemos. Me pregunto: ¿En qué momento dejaremos de comprar lo que no necesitamos?, ó ¿Cuándo será el tiempo de dejar esta práctica? simplemente la respuesta es incierta pues mientras las marcas sigan mejorando sus niveles de calidad, oferta y publicidad; seguiremos participando en este movimiento cultural.
Cristal Zárate.
Distinción, Exclusivo, Auténtico, Original.
Todas estas palabras se usan en las campañas publicitarias para atraer al consumidor.
Qué ironía que sean palabras que excluyen, alejan y al mismo tiempo provocan lo contrario.
“Yo pertenezco porque soy diferente.”
“El consumismo es conformismo y además una carrera armamentista”.
Esta aseveración se explica de la siguiente manera.
1. Veo a mi colega y tiene un mejor auto que el mío.
2. Yo creo que yo soy tan valioso como él y compro un auto igual o mejor que el suyo.
3. El me ve y considera que merece un auto mejor que el mío porque el no se va a conformar con ser igual o peor que yo.
4. Veo a mi colega y tiene un mejor auto que el mío.
El cuento se repite hasta que alguno de los dos se quede sin dinero o cambie de residencia.
Burberry es otro ejemplo. Los famosos cuadritos eran súper exclusivos hasta que se volvieron eso, famosos. Cuando todo el mundo quiso una parte de esa fama, el resultado fue que quienes los usaron en un principio se fueron con otras marcas que sí fueran realmente exclusivas y así consecutivamente.
La pregunta es ¿Estamos destinados a repetir el patron de nuestro prójimo? ¿En el afán de pertencer siempre buscaremos ser diferentes y provocaremos la carrera armamentista del consumismo? ¿Cuál será el final de esta historia?
Eso nadie lo sabe, teorías van y viene y sin embargo mientras nos enteramos qué opinan los estudiosos de nuestro comportamiento, seguimos compitiendo, luchando por pertenecer y por no pertenecer al mismo tiempo.
Elena Rivas.
Esta lectura fue mi favorita, ya que encontré en ella gran cantidad de información aplicable al consumismo, el cual percibimos a diario, desde los anuncios que comercializan productos, hasta la reflexión llevada a términos extremos, mediante la cual observo que en la evolución del consumismo y la necesidad de correr de la mano en la adquisición de productos que constantemente se renuevan, y que por tanto, demuestran que mas que satisfacer una necesidad real, satisfacen una necesidad emocional. Lo cual, ha obligado a un sector de nuestra sociedad, que no cuenta con los recursos suficientes para poder comprar cada actualización de ciertos productos, a adquirirlos a base de conductas ilícitas, tal como la piratería o el robo, el cual puede abarcar formas tales, como el robo simple o el robo con violencia.
Esta lectura, permite una reflexión profunda acerca de si el dinero-consumo, es un equivalente de felicidad, estatus o éxito. Y no caigámos en la trampa.
También, se trata en este texto, la forma en la que se comportan los mercados, en relación a producción, costo y oferta y demanda.
Kathya Torres.
Particularmente, esta lectuira me fascino. De hecho acabe comprando el libro (por cierto, todo el libro es bueno). Muchas veces nos reímos, principalmente las mujeres, por el hecho de que nos llaman compradoras compulsivas. ¿Que tanta razón hay en esto?. Creo que ya no podemos hacer una distinción de sexos, creo que mejor sería agrupar a hombre y a mujere spor igual. Actualmente, el ser humano ha sido presa fácil del consumismo. Muchos son los autorees y las teorías que crítican estas prácticas, pero a final de cuentas, todos caemos en este círculo vicioso. La parte que más me impacto de este capítulo fue el hecho de enterarme que Naomi Klein, defensora anticonsumista de hueso colorado, es una defensora del lifestyle canadiense. ¿Qué incoherencia no?. Si tienen oportunidad de No Logo comprenderán de que hablo. No Logo es un libro con alta crítica a las marca globales como Nike. En este libro desentraña “los más oscuros secretos de este tipo de marcas”. Si lo lees, lo mínimo que esperas es que la autora prefese lo que escribe; gracias a Blink me doy cuenta de que cuando leemos y hacemos click con lo que el autor dice más vale investigar a fondo el pórque de su tesis.
Gracias a esto, me atrevo a decir, que el consumismo no es una práctica “málefica”, sin embargo, debemos tomar en cuenta que esta práctica tiene repercución directa en las economías mundiales, y sobre todo, da pauta al comportamiento del ser humano quién ya no es feliz con lo que tiene, sino que su hambre por atesorar “cosas” va de la mano con la oferta creada a partir de nuestros mismos “deseos consumistas”. Así que cuidado con cómo y para que compramos…
Laura Ayala
La lectura me parece muy interesante habla respecto del consumo y los dos extremos que implica, es decir consumir para pertenecer y consumir para marcar una diferencia, a fin de cuentas el consumo positivo o negativo según la óptima desde la cual se analice representa ingresos para una sociedad, trabajo, armonía e incluso la forma en que damos a conocer nuestra personalidad, la lectura me hizo recordar algunos temas vistos en clase pero en particular lo que platicábamos del valor funcional es decir que ese producto satisfaga una necesidad, el valor emocional (identificación) y sobre todo el social, es decir hacía donde nos proyectamos con el uso o compra de ese producto y servicio.
Mariana Rodríguez.
Blink “The Warren Harding Error: Why We Fall For Tall, Dark, and Handsome Men”
El capítulo del libro Blink se encuentra muy apegado con el tema de fondo y forma. Sabemos que el 93% esta constituido por la forma del mensaje y solo 7% por el fondo y que los dos tienen que tener estrecha relación por que sino surgen las incongruencias como las que se mencionaron en la lectura. La información no verbal que transmitía Warren Harding era de un hombre que proyectaba seguridad y la audiencia lo tomó de esa manera, el error aquí es que el fondo, sus conocimientos y habilidades, no tenían relación con su apariencia. Un consultor de imagen debe de tener la sensibilidad para reconocer cuando una persona o institución tiene coherencia entre su forma y su fondo, tal y como se ejemplifica con el vendedor de autos. Él sabe reconocer el tipo de persona que entra al establecimiento y cuando intercambian palabras la información tiene congruencia. De esta manera él sabe como dirigirse hacia el cliente.
En cuanto a la imagen institucional hay que tener claro cual es la identidad de la empresa por que esta será el fondo y la forma será la manera en que se de a conocer, ya sea por su manual de fundamentos, logotipo, slogan, calidad del producto, atención del personal, entre otras cosas. Todo lo que comunique la empresa deberá de ser coherente con su identidad.
Alicia Menendez
COMENTARIO SOBRE: ME ODIO A MÍ MISMO Y QUIERO COMPRAR
Me parecen muy interesantes los conceptos expuestos por Heath y Potter con respecto al “consumo conformista” y al “consumo competitivo”. Como Mercadóloga, me gustaría señalar que a diferencia de la percepción generalizada de que la Mercadotecnia “crea” necesidades, éstas ya son inherentes al ser humano y lo único que hace esta profesión es tratar de convencer a los consumidores de que el producto que ofrecemos es la opción más conveniente para resolver dichas necesidades.
Tomaré el ejemplo de los teléfonos celulares: la gente no adquiere un aparato de estos sólo por el mero hecho de tenerlo, la finalidad es poder comunicarse, lo cual sí es una necesidad básica del ser humano, ya que se trata de un ser gregario. El teléfono celular es un dispositivo que facilita la comunicación puesto que resulta más práctico y conveniente en ciertas situaciones que otros medios como el correo tradicional, los teléfonos fijos, el correo electrónico, el fax, etc.
La Mercadotecnia entonces se encargó primero de convencer a los consumidores de los beneficios de los teléfonos celulares en comparación con otros medios de comunicación interpersonal cuando surgieron los primeros aparatos de este tipo. Sin embargo, a medida que el mercado se va llenando de competidores que ofrecen soluciones similares en cuanto a equipos y funciones, el papel de la Mercadotecnia es convencer al consumidor de que el modelo “X” es la mejor alternativa en telefonía móvil.
Entonces podemos decir que no es que “necesitemos” un celular per se, sino que lo que necesitamos verdaderamente es una alternativa cómoda y efectiva para poder comunicarnos y en este caso los celulares cumplen con dicho objetivo. Seguramente en el futuro aparecerán en el mercado dispositivos de comunicación que en este momento no podemos ni siquiera concebir en la mente, pero la necesidad básica de comunicarse unos con otros perdurará mientras exista la humanidad.
Ahora bien, también es muy cierto que todo producto tiene valor en tres dimensiones: el Valor Funcional (la utilidad en sí del bien), el Valor Emocional (las sensaciones que nos despierta) y el Valor Social (el sentido de pertenencia o de distinción con respecto a determinado grupo social). De aquí se desprende que haya una gran diferencia entre poseer un teléfono celular de modelo antiguo, descontinuado en el mercado, que sólo realice funciones básicas, y tener un i-Phone 3G con lo último en aplicaciones para telefonía móvil, capaz de realizar un sinnúmero de funciones y por el que hay que desembolsar un elevado precio, por ejemplo.
Aunque para realizar una llamada normal el Valor Funcional de ambos aparatos sea equivalente, seguramente el Valor Emocional que le concederá el dueño del i-Phone a su celular estará muy por encima del que le otorgará su dueño al modesto teléfono básico. Si nos referimos al terreno del Valor Social, la diferencia es aún más notoria y paradójicamente apela a la necesidad de distinguirse del resto de la gente que no puede darse el lujo de adquirir el i-Phone y pagar la renta por el uso del mismo, o bien que no es “tech savvy” y por lo tanto se siente intimidada ante un dispositivo tan sofisticado. Sin embargo, al mismo tiempo el poseedor del i-Phone puede identificarse con el reducido grupo de élite que sí está al tanto de “lo último en gadgets”, y que sí tiene el poder adquisitivo suficiente para comprar y mantener el uso de dicho teléfono.
Siguiendo con este ejemplo, podríamos decir entonces que el dueño del i-Phone está manifestando simultáneamente un “consumismo competitivo” (“sobresalir de la masa” y por lo tanto tener mayor status), pero también un “consumismo conformista” (“pertenecer e identificarse” con el reducido grupo que tiene i-phone).
En mi opinión no existe ser humano que viva en la sociedad moderna que pueda escapar al “consumismo” de bienes y servicios por muy “contracultural” que sea su postura, ya que como plantean Heath y Potter, de alguna manera se caerá en un comportamiento conformista o competitivo.
Iliana Noriega
ME ODIO A MI MISMO Y QUIERO COMPRAR
Sin duda alguna, el consumismo es un patrón de comportamiento que ayuda a deteriorar el ambiente y por supuesto, las finanzas personales. Podríamos entender al consumismo como la introducción al consumo NO necesario a través de una larga publicidad que lleva a la compra de productos NO necesarios y rápidamente sustituibles por otros, igualmente innecesarios y poco perdurables.
En el consumismo es importante el hecho de consumir (todos lo hacemos por diferentes razones y sobretodo necesidades), aunque tal vez lo más característico de éste sea el hecho insaciable que crea.
El mandamiento de la naturaleza es: suficiente; sólo eso y no más. Un mundo tan hermoso, diverso y complejo requiere que quienes lo habitamos, sepamos reconocer y respetar los límites.
La publicidad, el marketing y la imagen son creadores de necesidades y deseos: llaman la atención y despiertan el interés, producen el deseo y casi nos conducen a la compra inmediata del producto. Se compra siguiendo unos modelos estándar: persona que vive confortablemente; señor de éxito, triunfador; persona de prestigio social, etc. Bien dicen que es inevitable tener una imagen y sin duda alguna vivimos en una sociedad en que importa mucho la apariencia, el ser, el pertenecer, el tener… Es aquí donde entramos en el mundo de los estereotipos ya que éstos funcionan a la manera de los prejuicios. Y los estereotipos sociales, afectan de forma directa a grupos sociales concretos, que pasan a ser “percibidos” por el resto de la comunidad de una manera “prejuiciosa” o, precisamente, “estereotipada”. En estos tiempos ya no compramos tanto por necesidad sino por tratar de pertenecer a cierto grupo, cumplir ciertas características, ser parte de o tener un estatus social, pues, volviendo a lo mismo, la apariencia cuenta y mucho, es decir, al parecer es más importante cómo te ves, cómo luces, cómo te perciben, que lo que realmente sabes.
Es por ello que, si bien la imagen y apariencia son importantes, también es importante el hecho de saber qué es lo hay de fondo, no dejarnos llevar únicamente por apariencias que aunque son muy importantes también pueden ser muy engañosas. Debe existir una coherencia entre la imagen interior y la exterior y respetar siempre la esencia para lograr que seamos percibido como realmente somos.
Ana Aguinaco
ME ODIO A MI MISMO Y ME QUIERO ENAMORAR
El dinero no es sinónimo de felicidad. Es un claro mensaje de esta lectura, algo de lo que somos conscientes y lo vivimos a diario, viéndolo reflejado en el consumismo que existe. Nada nos satisface, siempre estamos buscando más de lo que tenemos ya sea para pertenecer y ser aceptados o simplemente para diferenciarnos de los demás. Ese imparable consumismo lo único que está reflejando es que no terminamos de encontrar la felicidad, porque la velocidad con la que la mercadotecnia busca satisfacer las necesidades del público, hacen que no podamos disfrutar por completo de lo que tenemos, porque seguramente hay algo nuevo que promete nuevos y mejores beneficios, emociones, etc., que provocan que este consumismo se convierta en un círculo vicioso que nunca va a terminar.
Definir si nuestro consumismo es por satisfacer una necesidad o una emoción, es quizá algo que muchos no vamos a querer reconocer ya que seguramente lo que acabamos de comprar lo necesitábamos porque “ya no lo tenía”, “se me acabó”, “me hacía falta”, etc. Y es que definitivamente hoy estamos consumiendo mucho más que un simple producto, consumimos emociones, posiciones, sensaciones o mejor dicho, consumimos estilos de vida. Lo triste es que al parecer estamos queriendo ponerle precio a cosas que no tienen o al menos no deberían tener valor monetario. Es claro ver como la mercadotecnia ha sacado ventaja de esto y ha tomado las emociones del público como la perfecta escusa para acercarse mucho más y sensibilizarlo a querer consumir cada vez más, ya que le está creando necesidades emocionales y sociales que lo obligan a entrar en este vicioso juego del consumismo.
Como lo mencioné desde un inicio siento que la lectura busca evidenciar que el valor de las cosas no está en el dinero ni en la cantidad de cosas que tengamos, el valor le ponemos nosotros y quizá podamos descubrir la felicidad cuando nos concentremos en disfrutar de lo que tenemos en vez de enfocarnos en ver lo que no tenemos, si no sabemos aprovechar lo que ya tenemos sólo conseguiremos que la felicidad se nos pase por la espalda por andar pendientes de conseguir aquello que no es nuestro.
Andrea Paz y Miño
Imagen Institucional 3.
Comentario: “ME ODIO A MI MISMO Y QUIERO COMPRAR”
Es sorprendente como la vida o mejor dicho el sistema social hace que los individuos puedan entrar en un sistema de consumismo. La realidad es que vivimos en un mundo consumista y que, aunque exista gente que procure no ser parte de este consumismo, de alguna u otra forma está enlazado en ésta.
Vivir bien cuesta y es un trabajo que mucha gente busca dentro de sus posibilidades, para la mayoría obtener solo lo esencial ya no es suficiente porque el patrón de conducta que ahora se adopta es de diferenciarse de los demás dentro de su propio círculo de familiar, vecinos o comunidad. Y éste ha sido un elemento que identifica al consumismo de “rebeldía” que controla el funcionamiento de mercado desde hace tiempo.
Hoy en día la gente compra y compra productos de consumo privado o competitivo sin importar a veces el sacrificio que se hace por obtenerlos, y lo triste de esto, es que la felicidad que éstos otorgan no dura mucho tiempo. Este aspecto me llama la atención porque no nos percatamos y nos dejamos influenciar para cambiar e ir adquiriendo las novedades que salen diariamente. En verdad se requiere de mucha madurez y fuerza interior para consumir con prudencia y responsabilidad, porque lo que sucede en mucha gente, es que éstos trabajan más para saldar sus deudas lo cual lo convierte en un problema (situación muy típica en la gente de un estatus medio).
Este comportamiento del consumismo, más que la adquisición de productos por su utilidad €o funcionalidad, es lo que estos bienes pueden otorgar en el sentido de poder diferenciarse, el de poseer valores que lo distingue de los demás, el del valor de éxito relativo, entre otros, lo cual hace que se fomente el consumo que se deriva de la gente “inconformista”, tal como lo plantea esta lectura. Este punto me deja claro cual es el sentido del consumismo, porque siempre lo he asociado con la gran producción y por tanto la adquisición de varios bienes pero sin objeto alguno. Como lo comento, este párrafo da una clara respuesta: la diferenciación ante los demás.
Sin embargo no todo es poseer por el mero gusto de tener ya que algunos productos son considerados como de consumismo defensivo. Esto es que existen productos que son adquiridos por los atributos de seguridad, como es el caso de los autos grandes (ejemplo de esta lectura). Las características de las vialidades que son transitadas por diversos vehículos de diferentes escalas que pueden ser un “peligro”. De esta manera se justifica el poder poseer algo adecuado a las exigencias de esta sociedad, y más que nada, de las condiciones actuales del lugar o espacio. Con esto, no quiero decir que se está exento de un percance, pero puede haber una gran probabilidad de no salir muy perjudicado. Desde luego debe haber muchos otros productos que cumplan con este principio. Ahora resulta que podemos justificar la adquisición de bienes. Esta parte me pareció interesante en la lectura.
Mi percepción acerca del consumismo en general es que tiene una connotación un tanto negativa, porque mucho se marca que básicamente es por el hecho de diferenciarse de los demás, de poseer formas o adquirir un esteriotipo que lleve a superar un tanto su propia realidad como persona. Pero por otro lado hay ciertas adquisiciones que permiten al individuo llevar la vida acorde a las condiciones actuales y a las exigencias de un mundo moderno que siempre está cambiando. Es cierto, nunca dejamos de consumir, lo interesante de esto es entender en que grado cada lleva su propia situación.
Ana Laura Herrera J.
ME ODIO A MI MISMO Y QUIERO COMPRAR
¡Estética… factor diferenciador y limitativo! Sin duda es un punto importante que el autor hace referencia, aunque como bien menciona, el categorizar a algo o alguien bajo el concepto estéticamente favorable o no, de vanguardia o antiguo, de alcurnia o plebeyo, no solo depende de la objetividad de unos y la subjetividad de otros, se basa en los conocimientos y las experiencias previas que cada persona tiene dentro de un contexto actual y limitar así una jerarquía social.
Partiendo de esto, hay que enfatizar que a partir de la capacidad que cada uno de nosotros tengamos, para la clasificación y adjudicación de conceptos, será por sí mismo, un factor de diferenciación. De ahí que se marquen las tendencias o que se conserven las tradiciones aplicadas a los entornos socio-económicos-políticos y hasta tecnológicos al que nosotros deseemos llevarlos, para así determinar una cultura y generar una contracultura, misma, que deberá renovarse constantemente para no llegar a hacer una cultura, aunque al final, si esta se mantiene lo suficiente para ser aceptada e imitada por la mayoría de una sociedad, acaba por serlo, y entonces, ya hablaríamos de ellos, no como dos factores independientes, sino como dos elementos cíclicos complementarios.
Por otra parte me llamo mucho la atención como habla el autor del “anti consumismo” como otra forma expresivamente consumista, simplemente que ésta – el anti consumismo- se convierte en un consumismo competitivo. Dicho de otra manera, probablemente los anti consumistas, no adquieren productos posicionales materiales, pero sin duda, adquieren productos funcionales que por el simple hecho de ser funcionales ya conllevan un estatus y/o aspecto diferenciador implícito.
Recordemos, que “el ser humano es ambicioso por naturaleza” y más en la época actual, por el mismo contexto globalizado, en donde sin duda, hay una inmensa gama de productos y servicios diferenciadores, los cuales van dirigidos a diferentes segmentos sociales y económicos, con la misma promesa de siempre “distinción” o “exclusividad” el problema está, cuando el producto cae en manos de la masificación y ¡peor aún! en manos de un consumidor que no tiene el perfil al cual el producto o servicio estaba dirigido.
Por último, comparto la reflexión que expresa la lectura, en el sentido, de que somos consumistas disfrazados de anti consumistas, y ya sea por superficiales o altruistas, al final acabamos adquiriendo cosas e incluso personas, para satisfacer y/o complementar cada una de las necesidades de las cual nos habla la pirámide de Masllow, por ello creo que esta no se va a terminar, solo se va a transformar.
Santiago Landois Álvarez-Icaza
Diana de la Torre:
En lo personal me parece bastante interesante la teoría que nos presenta este autor. Pues estoy deacuerdo que tanto las personas que no tienen problema con consumir así como las personas que estan en contra de ello llegan a ser consumistas. Esto sucede, explica el autor, por la contracultura. Pues la gente que busca no ser consumista termina consumiendo productos que critican el consumismo o que le llevan la contra y esto por lo general se vuelve una moda de la contracultura. El autor nos dió varios ejemplos de esto pero si nos vamos varias décadas atrás podemos ver que esto ya sucedía y que lo que nos dice no es nada nuevo. Se me ocurre pensar en el ejemplo de Andy Warhole y su sátira contra el consumismo con las latas campbell´s. Este artista fue famoso no solo por esta obra sino por su taller llamado The Factory en el cuál creaban arte de formas originales y era un punto de reunión de artistas. Este lugar terminó siendo un lugar de socialité y moda. Las obras de Andy Warhole son famosas através de todo el mundo y las copias se siguen comercializando hasta el día de hoy. Este artista estuvo de moda vivo y ahora es conocido como uno de los artistas más importantes del Pop Art.
Pense en este ejemplo para recalcar que el circulo vicioso del consumismo nos ha acompañdo por mucho tiempo y es parte de nuestra cultura. El autor habla sobre la felicidad relacionada con el consumismo y plantea que su relación no es directamente proporcional. Pero lo que me parece interesante es la relación que hay entre el consumismo y la situación aspiracional y la diferenciación. La necesidad de las personas de pertenecer a un grupo o sobresalir en un grupo y los sentimientos que esto proporciona es lo que los motiva.
Es por esto que el consumismo es un circulo vicioso, hast el “original” consumira cosas que lo hagan sentirse “original”.
Espor eso que este circulo vicioso es difícil de abandonar.
Opino que es muy bueno el análisis realizado por el autor respecto al consumismo.
Considero que el ser humano es así por naturaleza, le gusta diferenciarse de los demás, aunque también le gusta petenecer a ciertos grupos. Creo que el consumismo con el fin de ser mejor que los demás no es muy positivo en general. Para las empresas que tienen bien clasificadas a las personalidades y sus consumos es muy favorecedor, pero para los individuos no.
En general, nuestras vidas al estar movidas por el consumismo, también origina estrés en todos los sentidos; debido a que solo buscamos adquirir algo que nos promete felicidad. Por ende, es certero el análisis que realiza el autor sobre los estudios de felicidad, tema que al final queda abierto sin una conclusión.
Desde mi punto de vista, creo que es bueno consumir porque así también se mueve el flujo de la economía de cualquier lugar, pero lo importante no es el consumo si no el origen que te llevo al consumir cierta cosa, qué se esta satisfaciendo con ello.
En fin, el consumismo es un círculo de nunca acabar, pero si interesante de analizar, ya que ayuda a comprender qué es lo que mueve a los individuos y el por qué buscan satisfacer ciertas necesidades o fantasías.
Emma Clarisa Delgado G.
COMER – SER COMIDO – COMER
Así describía Salvador Dalí su “Canibalismo cosmico”… ¿acaso no vivimos en un universo consumista por naturaleza?
Si yo arrojo un pedazo de cualquier tipo de carne a la calle, infinidad de seres vivos lo consumiran. Si una mujer bella se acuesta en la playa, decenas de miradas la consumiran, y si no es tan bonita, al menos el sol hará su lucha por consumirla o el mar por devorarla si se queda dormida.
“La sublime ley fundamental de nuestra religión católica, apostólica, romana y rumana: engullir a Dios vivo” Salvador Dali.
Y el ser humano come mucho más que comida, devora y es devorado por pasiones, ideas, pensamientos, música, amor, odio, consume tanto como su consciencia “superior” le permite.
A veces se harta y decide abstenerse. Se rebela por indigestión y algunos le llaman a esto rebelión o contracultura. Y lo es. No es que no exista o no sirva, tiene una función como sucede con nuestro estómago cuando ya no puede más. A veces el cuerpo de tanto recibir leche se vuelve intolerante a la lactosa, y decide tomar en iguales contidades soya. Luego ésta rebelión se vuelve costumbre y gobierno legítimo, deja de ser lo contrario para volverse lo normal, lo ortodoxo. A veces la tierra se harta de ser consumida por las especies, y decide que ellas sean consumidas y después de alguna erupciones, tsunamies y demás cataclismos, decide dejarse otra vez ser comida. Es el ciclo eterno, padre de toda ley incluyendo la de la oferta y la demanda, e incluyendo por supuesto el texto de rebelarse vende que devoramos hace rato: COMER Y SER COMIDO.
Me gustó esta cita, la consumí y ahora he decidido que quien la lea nuevamente, la consuma, igualito que la carne que arrojé a a la calle “metafóricamente”:
El consumidor rebelde
Y soy rebelde cuando no sigo a los demás
Si soy rebelde cuando te quiero hasta rabiar
Y soy rebelde cuando no pienso igual que ayer
Y soy rebelde cuando me juego hasta la piel
Si soy rebelde es que quizás nadie me conoce bien.
Consuman y sean consumidos rebeldes. No hay de otra.
Alejandro Llantada Toscano
Me odio a mi mismo y quiero comprar:
El fenómeno del consumismo y contra consumismo representa un ciclo natural y pendular del ser humano en busca de su bien estar y su bien ser. En este contexto el concepto de contracultura busca identificar y legitimar una serie de acciones consistentes y contrarias al fenómeno en turno, sea este el consumismo o el abstencionismo, por lo que a través de este ciclo se construye en el tiempo el concepto de contracultura, que dicho de esta forma bien podría ser el contra consumismo…al final de lo que se trata es de la capacidad humana de ejercer su libre elección en lo que es conveniente para él según el momento histórico que le corresponde.
El inconformista, el que se queja del consumismo… es un consumista en si!!! Es el target más débil, el más vulnerable, el que acaba comprando lo contrario, pero al fin comprando!! Este consumista que se cree individual, es en realidad uno de muchos, lo que hace que se vuelva serial, y amplio. El consumista contracultural y quejumbroso entra en el mismo dilema que cualquier otro comprador normal, entra en el dilema de la ambición y decepción que te lleva a un concepto ofensivo-defensivo que pone en cuestión si estamos en un tema de masas o de individuos.
“Al final de cuentas los consumidores acabamos teniendo aproximadamente los mismos bienes”, sin que ninguno de ellos pretendiera en su elección llegar a un tema de conformismo, verdad o mentira? Que cada consumidor lo diga!!!
Alejandro Zenteno
Vivimos en un mundo en donde tanto los roles sociales, como los gustos, los perfiles, cada producto esta diseñado y programado para determinado tipo de personas, de tal manera, que al formar parte de ese target, no podamos escapar de la compulsión de comprarlo, muchas veces, sin si quiera importar el costo, convirtiéndolos en pequeñas metas de vida que podemos coleccionar en el closet.
Extrañamente, en vez de que los productos se ajusten a quienes somos y nos hagan ser más nosotros mismos, resulta que al adquirir cualquier cosa empezamos a formar parte de un perfil, el cual, al final del día, te dirá quien eres, que es lo que te gusta y como debes vivir tu vida, para terminar comprando absolutamente todo lo que sale en el comercial.
El consumismo no es más que un estilo de vida en donde se nos ha inculcado que el que más tiene, mejor es; pero es también un síntoma de una sociedad con grandes vacíos en todos los niveles, que busca llenarlos sintiéndose bien, o no tan mal, por medio de la comparación con el más débil, forjándose un ideal comparándose constantemente con el más fuerte, pensando que al llegar a ser todo menos quien es, encontrará la felicidad.
La lectura “Me odio a mi mismo y quiero comprar” me deja grandes reflexiones y temas por cuestionar”.
Consumir o no consumir….. realmente se puede no consumir???
Esta lectura me hizo refleccionar mucho en el tema del cosumismo; si bien se plantea una supuesta revelión, un actuar diferente y dejar de consumir, considero que más bien nos abren una nueva opción de como consumir.
Partiedo del hecho de que para mí es imposible dejar de consumir,la lectura me hace pensar que lo que se busca es que no seamos una civilización consumista sin embargo,compramos cada vez más cosas. Si tomamos el simple ejemplo de la tecnología actual, ésta no orilla a ser consumidores ya que si no lo eres, te conviertes en una persona “obsoleta”, la cual no puede comunicarse con otros seres, hablando especificamente de la internet o telefonos celulares. Cualquier herramienta tecnológica pasa a descontinuarse en un menor lapso de tiempo, lo que lleva a que tengamos que sustituir nuestras pertenencias por otras cada vez más modernas y competitivas.
No solo consumimos bienes materiales, nosotros mismos somos un producto de consumo, que entre mejor capacitado, actualizado y con conocimiento de lo actual, más valor tendrá en elmercado.
Todo es un mercado de consumo,todo nos lleva a hablar de una diferenciación y el tratar de revelarse y crear una contracultura me parece imposible; nos dice que no seamos consumitas pero al final estaremos siempre consumiendo algo y lo divertido es que cada vez hay mayor segmentación de productos para darle cada quien lo que realmente necesita y busca o aveces no buscas pero si te hace la vida más agradable.
Al tratar de no consumir lo único que se hace es ser más conciente de lo que se compra, aún más específico, más especial, enctonces ¿eso no es ser consumidor?Definitivamente, la vida está y continuará estando movida por el consumismo.
Como dice Giovanni Sartori: “Lo que hace único al hombre es su capacidad simbólica”.
Como bien lo hemos estudiado a lo largo de esta maestría,la capacidad simbólica del ser humano ha constituido una serie de modelos, estructuras, símbolos, percepciones, costumbres y sobre todo imágenes sobre las cuales se basa el comportamiento social.
Los atributos relacionados con la riqueza y el status, suelen ser representados con símbolos y éstos a su vez se reproducen en imagen, para que su figura asuma mayor relevancia y se distinga de quienes no lo tienen. De ahí el dicho” dime que tienes y te diré quien eres”.
En esta lectura: ” Me odio a mí mismo y quiero comprar”, se habla de destacar en un entorno social, se habla de pertenecer a ciertos grupos sociales por lo que se tiene y por lo que se compra, pero a pesar de que el objetivo es ser diferente y sobresalir, se pretende tener lo que los demás poseen por el significado de valor o de status que la sociedad les otorga.
Estos significados y estas necesidades, han sido y siguen siendo creadas por las empresas y los medios de comunicación con sus mensajes de moda, de status, de grandeza pero sobre todo de poder.
El poseer y comprar provoca un sentimiento de realización y superación, que se confunde con el sentimiento de felicidad. Estos sentimientos desaparecen con el tiempo ya que nunca estamos satisfechos con lo que tenemos y con lo que adquirimos, siempre queremos más. Todo esto se debe al negocio consumista, a la enorme competencia que existe en el mercado, a la oferta y
demanda que siempre existirá. La economía debe crecer!!!
Si no se tiene dinero para adquirir ciertos productos como se menciona en el capítulo, no quiere decir que la demanda baje, sino que existen en el mercado otros productos mucho más accesibles a las necesidades de la gente.
Puedo concluir que el consumismo no tiene nada que ver con el conformismo social; que caemos en los excesos por las continuas necesidades creadas y que el consumismo o lo material no te dan la felicidad solo sentimientos momentáneos de realización, satisfación y superación.
GABY VALENCIA
Opinión de Ilana Baradón
Este artículo me llama mucho la atnción ya que el autor explica de forma muy simple, por decirlo así con peras y manzanas la economia actual y la realidad de sus factores, realmente me dio la sensación de haber tomado una clase expres de economia con factores emocionales básico que tendemos a no relacionar.
Esta coorelación con la comienza el texto sobre el factor de la felicidad y el aumento de riqueza, nos puede enseñar mucho como sociedad. Si vivimos en una sociedad de consumismo, trabajamos, generamos y somos parte del circulo vital de la economía social, pero por que lo hacemos, esta es la pregunta que contensta este texto, no lo hacemos para alcanzar un mayor grado de felicidad que es loq ue se cree, si no por mantener u obtener un estatus social o un reconocimiento social, ya sea de una manera u otra, ya sea por la obtención directa de un producto o por la pscición de rebeldía en la que nos encontremos como seres sociales.
Creo que este texto es un simple reflejo de la realidad del consumismo social desde un efoque novedoso y muy claro.
ME ODIO A MI MISMO QUIERO COMPRAR
Comentario de Lorena Arias
La lectura es bastante clara acerca de lo que es la cultura del consumismo, una carrera sin fin por estutus y por distinguirse en todas las áreas en que se mueve el ser humano dentro de la sociedad, desde el lugar donde se compra el café, el barrio donde vivimos, la ropa y autos que tenemos y los lugares a donde se va a vacacionar entre otros. Cabe mencionar también que no es un fenómeno que se de solo en bienes materiales sino en los seres humanos también, verse mejor que la otra persona, buscar tener una mestría o doctorado, aprender más de dos idiomas, etc, todo con la finalidad de ser diferentes y mejores ante los ojos de los demás.
Parece que nada fuera suficiente para mostrar que somos diferentes y/o superiores a los otros, considero que hay mucho de inconformidad con uno mismo, no con el entorno, y esto es lo que lleva a las personas al consumismo.
La lectura indica que ciertamente la prosperidad material ayuda, sin embargo no es la razón de la felicidad. Es claro que a mayor prosperidad mayor la necesidad de conservarla y aún de aumentarla a través de jornadas de trabajo más largas y mayor estrés.
Y no solo las personas prósperas económicamente se ven envueltas en esta idea, resulta que aquellos que menos tienen si están dispuestos a endeudarse por conseguir estar al día en tecnología para ellos y principalmente para sus hijos, ya que entre los pequeños es fuerte la presión por poseer lo último en tecnología por ejemplo.
Llama la atención que el autor mencione que las empresas buscan diferenciarse y destacar entre las demás mediante la identidad corporativa al igual que las personas mediante el consumismo.
Me parece que mientras sigan existiendo seres humanos y sociedades el consumismo estará siempre presente impulsando al ser humano a tener más que el vecino, olvidando que los bienes materiales no dan la felicidad absoluta.
Esta lectura resulta una oportunidad de re-considerar la forma en que consumimos y no dejarnos ir en la espiral del consumismo sin entendimiento
Yolanda Azpiazu
El Error de Warren Harding
Los prejuicios acerca de la apariencia de las personas son parte de la naturaleza del ser humano. Desde pequeños nos han bombardeado con información de cuáles son los ideales físicos de la sociedad.
Lo más importante de esto es que muchas veces no estamos conscientes de algunos prejuicios que tenemos e incluso podemos presumir de no tenerlos.
Considero que México es un país con un gran conflicto con respecto a los prejuicios según la apariencia de las personas. Desde la conquista Española se realizó todo un movimiento para crear un rechazo hacia los sectores indígenas de la sociedad, mismo que cargamos hasta hoy. La gran diferencia que existe entre las características de la raza mexicana y los ideales plantados por los medios de comunicación motiva una constante lucha de la sociedad de perseguir lo inalcanzable, ¿quién de nosotros no ha visto niños de 4 años con el cabello pintado de dorado? O ¿quién no ha escuchado en México nombres como “Brayan” (Bryan) y “Jennifer”?
Esta lectura debe de servirnos para recapacitar de los prejuicios que tenemos y que existen dentro de nuestra sociedad para poder trabajarlos y lograr armonía dentro de la sociedad, entendiendo y aceptando todos sus matices para lograr un mejor comportamiento.
En el ámbito de la Imagen Institucional, los prejuicios son parte importante para lograr un buen desempeño de la misma y podemos usarlos para lograr un mejor funcionamiento dentro de la empresa y entre sus miembros, pero también evitando que se genere un clima organizacional negativo derivado de prejuicios y rechazo.
Yolanda Azpiazu
Me Odio a mi Mismo y Quiero Comprar
El consumismo ha tomado ventaja del hecho de que los humanos somos seres sociales que buscamos pertenecer a uno o distintos grupos y con el apoyo de la Publicidad y los medios de comunicación, ha logrado plantar la idea en las personas de que los bienes materiales son lo que los integra a una sociedad. Podríamos preguntarnos si esto es o no cierto, pero el hecho de que existen grupos sociales unidos por los bienes materiales que sus miembros son capaces de adquirir es innegable.
Cuando leí que el consumismo era conformismo me fue difícil entenderlo, pero conforme continué leyendo entendí el sentido de que ese conformismo se refiere a que somos capaces de ceder ante nuestra autonomía y personalidad con tal de encajar en una moda que el consumismo impone, para acabar vistiéndonos y usando las mismas cosas que las personas que nos rodean, para que se consuman la gran cantidad de productor derivados de una producción en serie que el consumismo requiere.
El gran éxito del consumismo recae en que no satisface solo necesidades materiales, sino también deseos y aspiraciones de los consumidores, y por eso en muchas ocasiones los públicos pagan altas cantidades por artículos que no lo valen, pero la demanda y necesidad de ese deseo lo hace posible, como lo menciona el autor “La economía como un sistema de signos con necesidades simbólicas, es decir, consumimos símbolos dentro de un sistema en donde las necesidades son una “función del sistema” damos valor a las cosas por su significado simbólico y no por lo que son.”
Después de este origen de conformismo, para seguir promoviendo el consumo se hace creer a la persona que ahora que ya es igual a todos es necesario diferenciarse, para lo que hay que adquirir más cosas aún. Los fundamentos de las empresas se extienden a este razonamiento de que sus marcas y productos se diferencien de los demás y de convencer al consumidor de que su producto es el mejor de su categoría.
Lucía García Luna de la Rocha
¿¿¿Cuánto cuesta mi felicidad???
¿Qué me satisface?
¿Qué no me satisface y por qué?
¿Quién soy?
¿Quién quiero llegar a ser?
¿Quiero ser como alguien?
¿Soy Auténtico?
Como dice el dicho:
Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
y yo les digo a ustedes:
Aunque la bella se vista de jerga, bella se queda.
Todo es cuestión de actitud, de saber quién soy y a dónde quiero llegar.
¿¿¿Es tal mi inseguridad para sentirme segura envuelta en un producto de marca???
Claro que me gusta lo bueno !! A quién no jajaja
pero no es lo más importante la marca como tal, es el color, la textura, el estampado y para qué lo quiero usar, es obvio que para bien o mal consumista o no, si tengo una boda me fascina estrenar un vestido, me encanta el proceso de mandarme a hacer una prenda única que nadie tenga ni pueda tener mas que yo jajaja
lo imagino, lo dibujo, se realiza y al usarlo siento esa satisfacción que ni un vestido cavalli me ha dado.
en la sociedad en la que vivimos, las marcas de prestigio te relacionan y posicionan en un cierto lugar, también no es sólo que marca traes, si no cuánto dinero estas dispuesto a invertir en un producto para pertenecer o reflejar algo, cuántos productos tienes de alto valor y qué tan rápido los desechas para comprar otro nuevo y “tirar” el casi nuevo
Estoy consiente que vivimos en una era del consumismo, pero debemos tener claros nuestros valores, y no basar nuestra felicidad en algo tan banal como una marca,seamos inteligentes para exigir calidad.
La riqueza de una persona no se basa en cuantas cosas tiene para hacerlo felíz, si no en lo menos materialmente hablando que lo haga sentir pleno.
Las cosas más valiosas no cuestan nada.
Una persona que vive en el campo disfruta de un amanecer bello,aire fresco y libertad a su alrededor… Esa persona para mi, tiene verdadera riqueza.
¿Y tu, en qué basas tu felicidad?
Para efectos de la Imagen Institucional, materia de nuestro estudio, considero que la aportación más interesante y más allá de valores axiológicos acerca del consumismo, es la reflexión que se hace en torno a la analogía existente entre las personas y las empresas.
Las organizaciones al igual que los individuos, buscan destacarse y diferenciarse; para ello se visten de distintos y llamativos colores, se peinan, se maquillan y se untan atractivos afeites y hacen todo cuanto esté a su alcance para conseguir llamar la atención, de los ya cautivos o bien de nuevos consumidores, que las favorezcan con su preferencia.
Literalmente tanto personas como empresas, se atavian, para salir a la calle a VENDERSE, lo que constituye un circulo, no sé si vicioso o virtuoso, pero en el que definitivamente si no vendes, tampoco comes… Sin embargo, el ciclo no termina solamente con la “realización del producto” como definía a la venta Karl Marx en El Capital, sino que dicha “realización” debe llevarse a cabo una y otra y otra vez, para que, en el caso de las empresas éstas subsistan en un competido mundo, hoy además globalizado.
Y en el mucho más complejo caso de las personas, se entiende que si no consumes, mueres… Pero ojalá que este consumismo se refiriera únicamente a satisfactores vitales como agua, proteínas y carbohidratos, elementos que se entienden humanos y naturales para la subsistencia y la acumulación de reservas…
No obstante, el consumismo inherente a los seres humanos los mantiene esclavizados hasta puntos frenéticos, en donde se hace hasta lo imposible y al precio que sea, así ello implique gastarse el sueldo completo, endeudarse, solicitar créditos de todo y para todo, por tener, entre muchísmos otros artículos: la bolsa de marca de diseño exclusivo, cientos de pares de zapatos y vestidos de “marca”, autos último modelo o las versiones más novedosas de computadoras, teléfonos celulares o reproductores de música… que cabe mencionar serán obsoletos en tres días.
¿Y las empresas dedicadas a vender toda clase de artículos para satisfacer los vacíos emocionales existentes en sociedades enteras cada vez más comunicadas por la tecnología y más globalizadas, al tiempo que las personas se sienten más solas y menos felices? ¡registrando millonarias ventas! Por que es importante señalar, ya no sólo se fabrican productos distinguidos para una élite pudiente…. hoy una misma marca, crea submarcas acorde a todos los bolsillos para satisfacer las necesidades de distintos grupos objetivo y no perder ninguna posibilidad de venta.
Pero por si fuera poco, se suma al fenómeno la piratería, que crea y lanza al mercado copias prácticamente idénticas de toda clase de productos, lo que ha convertido en asequible para TODOS llevar encima artículos de última moda… Basta darse una vuelta por China Town, para encontrar en 20 dólares réplicas idénticas de las prestigiadas plumas Mont Blank, o por “fifty dollar” una réplica perfecta de un Rolex… y qué decir del Barrio Chino en París, en donde por 150 euros, se puede obtener la última versión de una bolsa Cartier, que en el mercado no cuesta menos de 50,000 pesos! Pero no se debe ir tan lejos… en Tepito se ha llegado al grado de adulterar botellas de licores… en este caso la “industria” recicla las botellas originales y les introduce contra toda ética y en claro atentado contra la salud y hasta la vida, una mezcla de alcohol grado farmaéútico, azúcar y pigmentos…
Pero como en la carrera consumista no vale quedar atrás…la idea es básica, siguiendo a Sartre: Consumo, luego existo…
Claudia Aissha Mendoza
EL ERROR DE WARREN HARDING
Puede ser superficial, frívolo e injusto, pero es innegable que la éstética, ya estudiada por Sócrates y retomada por Platón y Aristóteles, es un elemento que no pasa desapercibido para los seres humanos; pero su búsqueda y sus alcances van mucho más allá, al grado que hoy sabemos, gran parte de las decisiones que se toman giran en torno a la apariencia de las cosas, y de las personas…
Me parece que bien vale la pena hacer una reflexión acerca de lo que se consideran arquetipos o prototipos. La Real Academia de la lengua los define de manera genérica, de la siguiente forma: Modelo original y primario, punto de partida, representación que se considera modelo de cualquier manifestación de la realidad. Y para efectos de la Imagen Institucional, me parece que aplica de manera extraordinaria el siguiente concepto: Imágenes o esquemas congénitos con valor simbólico que forma parte del inconsciente colectivo; tipo soberano y eterno que sirve de ejemplar y modelo al entendimiento y a la voluntad humanos. Ejemplar más perfecto y modelo de una virtud, vicio o cualidad.
Así pues, vemos que desde que nacemos, contamos en nuestros genes con una carga de información que de una u otra manera nos predisponen ante determinados contextos.
Y resulta de vital trascendencia como la misma sociedad en la que crecemos y nos desenvolvemos, confirma ciertos arquetipos que encasillan a las personas… por su físico, por sus modales, por su estilo al hablar y conducirse, lo que nos hace ser muy selectivos en nuestras preferencias “externas” y nos hace tomar decisiones exprés basadas en dichos códigos de comunicación, sin tomar en cuenta cualidades intrínsecas de las personas.
Lo anterior evidentemenete hace alusión a “que en la forma viaja el fondo” y al ya
conocido esquema de Albert Mehrabian que indica que el 93% de la imagen que nos conformamos de alguien -personas- o de algo -empresas- tiene todo que ver con la emisión de estímulos externos, es decir, con la apariencia, mientras que solament el 7% se correlaciona con aspectos internos.
En este sentido es importante considerar entonces la congruencia que debe existir entre ambos para que se logre la transmisión de mensajes efectivos y coherentes y que no suceda como en el ejemplo de BLINK, que la excepcional y magnética apariencia de Warring Harding no correspondía con sus habilidades.
Lo mismo aplica para las organizaciones: como hemos venido revisando, la apariencia o fachada, es moldeable a conveniencia, siempre que tenga fundamento sólido en su identidad, es decir en sus cimientos, que exista claridad en sus metas, en motivo de sus esfuerzos, en el mensaje que desea transmitir.
Y en ese orden de ideas, considero que entonces si le puede ser útil a las organizaciones, conocer de los arquetipos de sus públicos meta, para estar en posibilidad de crear artículos a la medida de las necesidades particulares de los mismos, sin que con ello se abran las puertas a la discriminación irracional, que lamentablemente la falta de educación o consciencia pueden provocar.
En todo caso es una oportunidad interesante para sensibilizarnos ante los juicios de valor que nos formamos cotidianamente de personas, marcas, servicios y empresas y si éstos siempre tienen correspondencia con lo que solemos llamar “realidad”…
Olvidé firmar!
Claudia Aissha Mendoza
Es muy interesante la visión del autor de cómo en la actualidad el consumismo a rebasado muchos asuntos que realmente son importantes. Este consumismo causado por el capitalismo que se alimenta del consumo diario de las personas de diferentes bienes y servicios, crea un vacio en la sociedad el cual irónicamente alimenta consumiendo más.
Al ser un hecho innegable el que actualmente somos educados para encajar en estereotipos y en perfiles de consumidor, este consumismo nos ataca en lo más profundo de nuestro ser como son los deseos, anhelos y sueños. Llega para cumplir esas fantasías que tanto tenemos de pertenencia, éxito u otros sueños. Pero esta satisfacción dura poco, como todas las cosas que llegan rápido su efecto no tarda en ser sustituido por otro.
En verdad estoy muy de acuerdo con el autor desde el titulo hasta el último punto que escribe. La sociedad ha perdido valores reales y se esconde en el consumo para no afrontar la insignificancia que le está dando a su propia existencia.
Rodrigo García Acosta
ME ODIO A MI MISMO Y QUIERO COMPRAR
El consumismo desde mi punto de vista, se basa en una sociedad de personas que practican el acto de, consumir por consumir, sin ser algo necesario, ni imprescindible.
No necesito todo lo que consumo, sin embargo en la sociedad que nos encontramos y el estado de vida que vivimos, el acto de consumir algo por deseo pasa de ser un deseo a una necesidad, tanto para relacionarnos con los demás como para pasar desapercibido.
Necesitar se basa en lo mínimo que necesita una persona para sobrevivir; Y desear es un capricho de cada persona, una ilusión.
BEDELIA GUEVARA GONZALEZ
ME ODIO A MI MISMO Y QUIERO COMPRAR
Actualmente la sociedad esta inmersa en el consumismo ya que esté parece que nos brinda un satatus dentro de la cultura actual.
Desafortunadamente creemos tener la necesidad de comprar por el hecho de sentir que nos brinda emociones no alcanzadas de manera personal.Es importante no confindir ni olvidar que el obtener bienes no es malo, sin dejar de ser objetivos con el hecho de que sólo es un bien que nos proporcionará un servicio ó también unestilo de vida.
Erika Hernández Romero
El consumismo es un fenómeno mediante el cual es posible analizar la naturaleza humana. El ser humano para sobrevivir y ser pleno necesita satisfacer sus necesidades, desde las básicas como las fisiológicas; hasta las más avanzadas como la autorrealización.
El ser humano por naturaleza tiene la necesidad de trascender y de expresar su individualidad, su esencia. En un entorno cada vez más desarrollado, globalizado y competitivo, los individuos han encontrado en el consumo una manera de diferenciarse; también ha sido un elemento clave para que los individuos logren identificarse con otros y pertenecer así a grupos sociales.
La palabra consumismo puede ser relacionada con el fracaso del ser humano para encontrar la felicidad verdadera, pero realmente creo que el concepto ha sido satanizado. Las economías tienen que crecer para cubrir las necesidades de una población en asenso; ¿cómo se lograría esto sin el incremento en el consumo?.
Creo que lejos de ver los aspectos negativos debemos lidiar con un fenómeno que llegó para quedarse, es necesario que como actores sociales y económicos entendamos los hábitos de consumo y aprovechemos los beneficios que podemos obtener de ellos.
En materia de Imagen Institucional, nos ayuda a comprender el impacto y la importancia que tiene el análisis correcto de la información. El entorno comercial cada vez más competitivo demanda mayor acertividad en las estrategias de comunicación de las organizaciones.
Finalmente, diferenciarse para sobrevivir y sobresalir en este ambiente de consumismo es una constate tanto para las empresas como para los seres que les dan vida.
Montserrat Lara Fuentes
Conforme pasa el tiempo el consumismo aumenta. Esto lejos de hacernos más felices nos ha hecho trabajar más y durante más tiempo. Creando una sensación de insatisfacción constante. La gente de clase alta sabe lo que tiene y no se preocupa por aparentar, por el contrario la gente de clase de media está preocupada por pertenecer a un nivel más alto y hace todo por demostrarlo. No está tan preocupado por superarse como por demostrar lo que se ha superado es decir, lo que más le importa es demostrar lo que tiene. Viven con una sensación de vacío, nunca sentirse suficientes ya que su grado de satisfacción y de valor como personas esta está basado en lo último que ha salido al mercado o lo más caro. El mercado se mueve a gran velocidad, siempre sale algo nuevo con más tecnología y un precio más elevado, el periodo que duran estas personas sintiéndose “bien” es muy corto. Por eso se recomienda , contradiciendo el consumismo, basar nuestra vida en aspectos como el espiritualismo, que siempre nos hará sentir plenos, aun cuando no lo practiquemos de manera compulsiva y/o constante con un poco nos sentiremos bien y encontraremos consuelo y ayuda más profunda y verdadera, que la “paz” que nos podría dar comprar nuevos productos, que si, en efecto nos dará un sensación de saciedad, a largo plazo siempre será un mejor recurso recurrir a la espiritualidad y entre más lo practiquemos mejor nos sentiremos, siempre enriquecidos y de alguna manera nutridos. Aun así siempre seremos victimas del consumismo, porque necesitamos un lugar donde vivir e intentaremos adquirir la mayor cantidad de comodidades posibles, pero debemos tomarnos el tiempo de disfrutarlo y de concientizarnos. Con esto identificar que lo que hemos adquirido tendrá repercusiones positivas o negativas pero que no realizamos la compra por impulso, por llenar un vacío y sin ningún objetivo.
Conforme pasa el tiempo el consumismo aumenta. Esto lejos de hacernos más felices nos ha hecho trabajar más y durante más tiempo. Creando una sensación de insatisfacción constante. La gente de clase alta sabe lo que tiene y no se preocupa por aparentar, por el contrario la gente de clase de media está preocupada por pertenecer a un nivel más alto y hace todo por demostrarlo. No está tan preocupado por superarse como por demostrar lo que se ha superado es decir, lo que más le importa es demostrar lo que tiene. Viven con una sensación de vacío, nunca sentirse suficientes ya que su grado de satisfacción y de valor como personas esta está basado en lo último que ha salido al mercado o lo más caro. El mercado se mueve a gran velocidad, siempre sale algo nuevo con más tecnología y un precio más elevado, el periodo que duran estas personas sintiéndose “bien” es muy corto. Por eso se recomienda , contradiciendo el consumismo, basar nuestra vida en aspectos como el espiritualismo, que siempre nos hará sentir plenos, aun cuando no lo practiquemos de manera compulsiva y/o constante con un poco nos sentiremos bien y encontraremos consuelo y ayuda más profunda y verdadera, que la “paz” que nos podría dar comprar nuevos productos, que si, en efecto nos dará un sensación de saciedad, a largo plazo siempre será un mejor recurso recurrir a la espiritualidad y entre más lo practiquemos mejor nos sentiremos, siempre enriquecidos y de alguna manera nutridos. Aun así siempre seremos victimas del consumismo, porque necesitamos un lugar donde vivir e intentaremos adquirir la mayor cantidad de comodidades posibles, pero debemos tomarnos el tiempo de disfrutarlo y de concientizarnos. Con esto identificar que lo que hemos adquirido tendrá repercusiones positivas o negativas pero que no realizamos la compra por impulso, por llenar un vacío y sin ningún objetivo. Mónica Ávila
Me odio a mi mismo y quiero comprar.
La mayoría de las personas opina que la prosperidad material y la felicidad tienen cierta relación entre si, ya que con una mayor riqueza se puede obtener mas posibilidades de satisfacer los deseos, las necesidades y los proyectos de vida. Pero en Norteamérica hace tiempo que se llego a un gran crecimiento económico, pese a ese desarrollo económico, los niveles de felicidad no aumentaron y vemos que en la típica casa norteamericana encontramos abundantes bienes materiales, sin embargo rodeados de toda esta riqueza, los miembros de la clase media siguen estando atrapados económicamente, ya que la gente cada vez trabaja mas, esta con mayor estrés y menos tiempo libre. ¿Pero si esta creciente prosperidad no hace feliz a la gente, entonces de que sirve? La respuesta conlleva a que el dinero que se gasta se destina para la compra de productos de consumo privados, ya que estamos obsesionados con comprar más y más cosas y a este comportamiento se le denomina consumismo, muchos piensan en estar a la altura del vecino cuando escuchan esta palabra, por ejemplo los jóvenes buscan un estilo concreto con lo que lleva todo el mundo, mientras que los adultos gastan en cosas que les permite ser diferentes de los demás, teniendo como consecuencia que el origen de todo esto es el consumo competitivo, y no el conformismo, pues todos quieren ser mejor que el vecino.
Fco. Javier Martínez Ramos
Daniela Gárcía
Me declaro una compradora compulsiva que me encanta comprar y sobretodo ropa y accesorios, pero cabe destacar que el artículo “me odio a mí mismo y quiero comprar” nos habla y trata de temas que están latentes en todo momento en una sociedad consumista y mercadológica; tal es el caso de la marca Burberry que hay que reconocer que supieron re-posicionar la marca en un status, prestigio y marcar una característica de los Escoceses.
No sé hasta qué punto sea bueno o malo, pero lo que si se es que no hay que llegar a los extremos de casos como la película “Loca por las compras” que es un caso de la vida real ni “Amor por contrato” que no está muy lejos de la realidad ni el deseo de tener lo que tiene el de junto…
“Los nuevos vecinos Kate (Demi Moore) y Steve (Dave Duchovny) podrían pasar por un matrimonio normal si no fuera porque son ¡simplemente perfectos!. Ambos son atractivos, poseen lo que todos desearían y sus hijos son los más populares de la escuela. ¿Puede tanta perfección existir? Pronto todos en el vecindario querrán poseer todo lo que esta familia consume sin saber que los Joneses no son más que un experimento mercadológico para elevar las ventas de ciertos productos”.
Reseña de http://www.cinepolis.com
En estas dos películas abarca muy bien la teoría del consumismo entre la riqueza relativa y la felicidad, pero hay que saber diferenciarla teniendo los pies sobre la tierra y hacer una lista de prioridades, ya que las cosas materiales ni el $ son la felicidad aunque si tienen cierta relación entre sí (como lo comenta este artículo), hay que saber invertir el dinero y ahorrarlo, disfrutarlo pero NO tirarlo ni tener miedo de “perder un estatus social”; sino invertir el $ en la educación de uno mismo y de nuestra familia. Hay que poner una balanza, no enfocarnos en lo que tiene el “vecino”, apreciar y cuidar el $, y sobre todo agradecer cada una de las cosas que tenemos.
Me odio a mí mismo y quiero comprar
De acuerdo con Heth y Potter, se ha encontrado que los países desarrollados son los número uno en consumismo, y que éste en general, a su vez provoca felicidad en la cultura occidental.
El consumismo no es producto del conformismo como otros críticos opinan, sino que surge dentro de nuestra sociedad como una competencia o bien como un consumismo defensivo.
El consumo competitivo surge cuando las personas pelean por distinguirse unas de otras, independientemente de las necesidades que pretendan satisfacer.
El consumo defensivo, por otra parte surge cuando una persona no desea distinguirse de los demás, pero por lo menos quiere ser respetada.
Además, las contraculturas también impulsan el consumismo competitivo, porque desde el momento en que rechazan las marcas populares, buscan comprar otras para distinguirse del resto de la sociedad convencional. Sin embargo, no se dan cuenta que terminan nuevamente inmersos en el consumismo impulsado por los ídolos a los que tratan de imitar, y aglomerándose con sujetos de características e ideología similares, perdiendo así toda individualidad y eliminando el sentido de distinción que en un principio creían perseguir.
Alberto Cuéllar Huante
Septiembre 2, 2010.
Septiembre 2, 2010.
REFLEXIÓN 3
“Me odio a mí mismo y quiero comprar”
El autor a través de esta lectura nos invita a reflexionar diversas posturas en torno al consumismo. Con un estilo muy ameno nos describe los conceptos que diversos economistas exponen. Dice que la corriente del anticonsumismo es uno de los movimientos culturales más importantes, en esta época y que incluye a todas las clases sociales, razas, religiones y grupos de personas de diferentes edades.
Las críticas al consumismo de diversos libros, revistas y películas, lejos de debilitarlo lo fortalecen. Los autores de estos últimos no han entendido la verdadera naturaleza de la sociedad de consumo. Otros autores identifican al consumismo con el conformismo. Otros críticos opinan que la prosperidad material y la felicidad cierta relación entre sí y que el crecimiento económico es un factor positivo, pero podemos observar que esto no es así, en Norteamérica los niveles de felicidad no han aumentado, inclusive han disminuido.
Estoy totalmente de acuerdo con el autor de que es la rebeldía de las nuevas generaciones y no el conformismo lo que controla el funcionamiento del mercado desde hace algunos años. Ellos quieren poner su sello y por eso se rebelan, ellos no quieren integrarse, se gastan el dinero en bienes que les proporcionen una distinción. Entonces el consumismo es la batalla de los consumidores por superarse unos a otros. Por lo tanto son los inconformistas los que fomentan el consumo. Llevando este concepto al terreno institucional, la identidad corporativa está relacionada con la diferenciación, se debe conseguir que el producto o servicio destaque entre los demás.
Para Baudrillard, las necesidades existen solo porque el sistema las necesita. Se requiere un sistema uniforme de necesidades para absorber el exceso de bienes que genera la producción. Por lo tanto el consumismo se sale de la norma y se convierte en política radical. Un consumidor se niega a comprar donde se le ha dicho que lo haga, un trabajador puede desbaratar toda la cadena de montaje al negarse a cumplir con el trabajo que se le ha asignado, así vemos el nacimiento del consumidor rebelde.
Marx, el problema es que en su teoría no contempla que en una económica de mercado es equivalente a un sistema de intercambio. Keynes, pretendía demostrar que cuando se incorpora dinero al sistema económico las cosas tienden a complicarse. El demostró que las recesiones no las producía un exceso de bienes, sino una escasez de dinero.
El consumismo competitivo. La gente compra por que quiere compartir un estilo de vida o porque tienen miedo a perder un estatus social. El autor nos dice que gracias al mito de la contracultura, las personas más opuestas al consumismo son a menudo quienes tienen actitudes más consumistas. El nos explica este fenómeno con el caso de Naomí Klein, que de una manera muy amena como un grupo de la sociedad “los yuppies” buscan tener su mismo estilo de vida y compartir su estatus social.
La teoría del Consumismo es conformismo explica que los artículos de consumo no son satisfactores a largo plazo. En los países en desarrollo el crecimiento económico es básico para aumentar el nivel de felicidad. no así en los países muy prósperos.
Fernando una disculpa
el artículo anterior es mío.
Martha Ayala
Me odio a mí mismo y quiero comprar
En la actualidad, la publicidad y la mercadotecnia son aspectos de la vida diaria pues son cosas que podemos ver en todos lados y a todas horas, desde que nos levantamos, hasta que nos volvemos a acostar; en todo momento estamos en contacto con marcas y con publicidad de todo tipo. Existen muchas personas que piensan que vivimos una etapa de consumismo, y que muchas veces sólo compramos por imitar a otras personas y por la publicidad que se nos presenta, además de que se tienen percepciones negativas de la publicidad y la mercadotecnia.
Es cierto que muchas veces las personas consumen sólo por imitar a otras personas, a celebridades, o líderes de opinión, sin embargo es importante mencionar que todas las personas compran por una necesidad. Existen varios tipos de necesidades, y no todas son fisiológicas. También hay necesidades de autoestima, de pertenencia y de auto-realización. Como lo menciona el autor, hay jóvenes que a veces buscan un estilo concreto de pantalones vaqueros o de zapatillas deportivas con el argumento de que “es lo que lleva todo el mundo”. (Heath y Potter, 2005) Y esto explica bien lo que trato de decir; estos jóvenes tienen necesidad de pertenencia, es decir, de pertenecer a un cierto grupo, de integrarse y ser aceptados.
Muchas de las marcas lo que satisfacen no son las necesidades básicas como de higiene o de alimentación, sino que estas marcas tiene tan valor para el consumidor que las prefieren en lugar de muchas otras que haya en el mercado. También coincido con el autor en que “se gasta el dinero en bienes que proporcionen una distinción”. (Heath y Potter, 2005) Y mucho de esto es lo que trata de hacer la Imagen Corporativa; darle mayor valor a las marcas para que se posicionen en la mente de los consumidores y las prefieran.
En mi opinión, muchas veces compramos cosas que realmente no necesitamos sólo por diferenciarnos de los demás o para pertenecer a un grupo, consciente o inconscientemente, incluso lo hacemos tengamos o no tengamos dinero, y esto ha ido en aumento debido a todos los nuevos planes de pago que ofrecen las empresas. Muchos pensarían que la culpa del consumismo la tiene las empresas, las marcas, la publicidad, la mercadotecnia, etc., sin embargo yo creo que la responsabilidad cae en ambas partes.
Cynthia E. Mondragón
Me odio a mí mismo y quiero comprar?
El consumismo al igual que la corrupción, las drogas y la prostitución serán eternas, factores de la sociedad difíciles de eliminar, sin embargo aquí lo importante es hacer conciencia de esto y saber cómo manejarlo.
El autor nos pone un sinfín de ejemplos sobre diferentes teorías, las cuales concluyen en lo mismo, a cuestión no es producir más objetos, crear más empleos sino que hacer circular el dinero. No importa si gano más dinero, lo importante aquí es que gasto más, ni importa si ya lo tengo, lo importante es que no lo tiene mi vecino y si ya lo tiene y tiene uno mejor lo importante es luchar por tener ese mejor, es una competencia que nunca se acabará, lo importante es hacerlo consiente y decidir si vamos a ser parte de ese juego o simplemente nos enfocamos a comprar por puro placer propio o por el placer de restregarlo en la cara de los demás, quienes consiente o inconscientemente hacen lo mismo que nosotros.
Es importante saber en qué nivel nos movemos tanto como Consultores Públicos como en lo personal, como lo primero es un factor diferenciador para nuestra reputación, hacer consciente todo lo anterior nos da una ventaja competitiva, nos hace estar por un rato a la delantera por esto debemos cuidar elegir bien a nuestros clientes para que nuestra reputación sea un poco controlable ya que ellos son y serán los portavoces de nuestra marca y servicios.
Pamela Díaz Vilchis.
ME ODIO A MI MISMO Y QUIERO COMPRAR
Yadhira Y. Tamayo Herrera
Los autores del libro Rebelarse Vende, Joseph Heath y Andrew Potter se han dado a estudiar el consumismo en el marco de eso llamado “Contracultura”, y el título de su libro nos deja clarísimo la piedra angular de su tesis “Rebelarse Vende”.
Se dice que el Consumismo ha venido a ser una de las formas más usadas en el mundo occidental de llenar los vacíos humanos, o lo que es lo mismo, de usarse como medio proveedor de felicidad. Nuestros autores, afirman que esa llamada “Contracultura” lo que hace es fortalecer el consumismo, lejos de erradicarlo. Y proponen dos conceptos cruciales para definir de lo que estamos hablando “consumo competitivo” y “consumo defensivo”.
La contracultura propone e incita a ser diferente, buscamos diferenciarnos a través de cosas que consumimos: lecturas diferentes, música alternativa, lugares que frecuentar, ropa que vestir, comida… ¡y todo se compra! Esto es pues, consumo competitivo, recargado en la contracultura. Ser iguales no nos hace felices, nos hace felices nuestra supuesta “individualidad” que remarcamos a través de lo que consumimos en una economía de mercado.
Ejemplos de esto hay millones, porque precisamente es la vida de hoy: “soy viajero, no turista”, “hoteles boutique”, “hand made”, “indie music”, “hauté couture”, etc.
El consumo defensivo es aquel que no busca diferenciarse, pero si ser incluida. Aquí la pirámide de las necesidades de Maslow nos dan sustento: necesidad de ser aceptado. Así el consumismo surte a ambas necesidades humanas, las de sentirse parte de un grupo social y las de diferenciarse. Por eso, afirman nuestros autores, la contracultura es un también un negocio, y yo estoy de acuerdo con ellos.
ME ODIO A MI MISMO Y QUIERO COMPRAR
El constante crecimiento demográfico global ha ocasionado que vivamos en un mundo de constante y acelerado cambio, en donde cualquier comerciante nos invade con sus productos en bandeja de plata, listos para usarse, un ejemplo muy claro, la música ha sido revolucionada de tal forma que ya nos ofrecen una estructura musical armónica y placentera como lo hacía Mozart o cualquier músico clásico, ahora solo nos venden un patrón de beats a la velocidad de nuestro ritmo de vida, volviendo a las personas cada vez más flojas, tanto para pensar, analizar y actuar, eh aquí donde radica el secreto de la vendimia en masas, a tal grado de que algunas personas se vuelven flojas hasta para ir a comprar sus productos a la tienda de la esquina, y los tienen que pedir a domicilio, sin embargo existe la contra cultura que va en contra de toda esta invasión comercial de quita y pon, creando un equilibrio en la sociedad, paradójicamente incitando a la sociedad a que se consuma la verdadera cultura, el conocimiento y no el consumo desechable, desgraciadamente la ignorancia es un factor muy importante que afecta ambas partes creado un círculo vicioso en donde la cultura y la contra cultura se ven de manera errónea.
No es que este bien o mal estar en la contra cultura o la cultura, lo erróneo es no tener conciencia de nuestra situación como compradores, ¿en verdad somos únicos al portar o comprar un producto exclusivo? ¿Realmente el comprar nos hace parte de un grupo, y como tal ese grupo nos va aceptar? ¿Debemos comprar por verdadera necesidad o por tener sentido de pertenencia?
Creo que tenemos que comprar por verdadera necesidad, sin dejar a un lado la funcionalidad y la estética, al final de cuentas ya estamos inmersos en un mundo comercial, en donde debemos ser muy selectivos con lo que adquirimos respetando nuestra economía y necesidades, y ser muy cuidadosos con la calidad del producto, para que regresemos a la tienda que nos lo vendió y no el producto.
Ulises De La Luz