En esta segunda década del siglo XXI, se desarrolla un entorno tecnológico completamente nuevo y complejo, donde las herramientas y dispositivos digitales, ahora con el componente de la inteligencia artificial, juegan un papel crucial en la transformación de los hábitos y perspectivas de la sociedad. Esta emergente segunda fase de la ecología digital, con su complejidad, pone en jaque el equilibrio previamente establecido en el entorno social. La dominancia que solían tener las tecnologías tradicionales en términos de atractivo y participación en el mercado se ve ahora restringida por la aparición de nuevas ofertas que fragmentan la atención de los usuarios. Cada medio de comunicación se enfrenta, en efecto, a una competencia creciente por captar la atención de las personas. Desde una perspectiva darwiniana de la biología evolutiva, el público ahora tiene el poder de selección sobre el entorno mediático, influenciando con sus preferencias el desarrollo y la evolución de cada tecnología de comunicación en particular.
Los seres humanos constantemente tomamos decisiones que favorecen a uno u otro medio, un fenómeno que se intensifica con cada generación. Como advertía Paul Levinson en su libro Cellphone (2004), nos encontramos debatiendo continuamente entre ir al cine o disfrutar de una película en streaming, entre leer un libro o ver una serie, entre comunicarnos por teléfono a través de una linea convencional o mediante mensajería instantánea. Sin embargo, la evolución de los medios no sigue un proceso de selección natural, sino que es guiada por las decisiones tomadas por las personas. El medio que prevalece es aquel que mejor responde a las diversas necesidades humanas.
Los medios tradicionales están experimentando cambios en sus estructuras como resultado directo de esta nueva revolución digital. Desde la perspectiva de Roger Fidler (1997), medios como la televisión y la radio –al igual que otros medios convencionales– han atravesado un proceso de “mediamorfosis” en respuesta a la irrupción de diversas y novedosas tecnologías digitales que las han obligado a reconfigurarse. Hoy, existe una segunda fase de la ecología digital, compleja y dinámica, conformada por tecnologías diversas e “inteligentes” que han evolucionado desde sus formas convencionales. Las tecnologías innovadoras que configuran esta nueva fase digital tienen la notable capacidad de expandir y potenciar las funciones y habilidades de las personas dentro de un contexto específico. Por ello, también es posible concebir estas nuevas tecnologías digitales de última generación como herramientas que amplifican la acción humana, al extender capacidades previamente limitadas por diversas circunstancias y aumentar las funciones que se mantenían en un estado de equilibrio.
Hace exactamente 60 años, el teórico canadiense Marshall McLuhan (1964) sostenía, en su reconocida obra La comprensión de los medios como extensiones del hombre que cada tecnología de comunicación actuaba como una extensión de los sentidos. Siguiendo esta línea de pensamiento, las nuevas tecnologías digitales pueden ser vistas como ampliaciones de nuestras capacidades cognitivas y sociales, permitiéndonos interactuar, aprender y compartir información de formas antes inimaginables. Sin embargo, esta expansión de capacidades trae consigo desafíos inéditos. La sobrecarga de información, la fragmentación de la atención y el creciente poder de los algoritmos son solo algunas de las tensiones emergentes en esta nueva fase de la ecología digital. Los seres humanos nos encontramos en un constante proceso de adaptación, tratando de equilibrar los beneficios y los riesgos que estas tecnologías conllevan. Al mismo tiempo, los medios que mejor se adapten a las cambiantes demandas y necesidades humanas serán aquellos que prevalezcan en este entorno competitivo.
Finalmente, la segunda fase de la ecología digital nos confronta con una realidad en la que las tecnologías no solo extienden nuestras capacidades, sino que también reconfiguran el paisaje social, cultural y económico en el que operamos. Entender y navegar esta nueva ecología es esencial para aprovechar sus oportunidades y mitigar sus riesgos. Así como las tecnologías evolucionan, también lo deben hacer nuestras formas de interactuar con ellas, para asegurar que estas herramientas sigan siendo aliadas en el progreso humano.